Es inusual comer guisos de cuchara, contundentes estofados o copiosos asados durante los meses de calor, principalmente porque nuestro cuerpo no nos los pide. Sin embargo, nuestro metabolismo no cambia con las estaciones y las necesidades calóricas son iguales a lo largo de todo el año, independientemente de la temperatura del exterior. Otro asunto es que la actividad física se incremente, lo que favorece un mayor gasto calórico y, por tanto, la necesidad de variar el grado de 'combustible' que necesitamos para el día a día.
Pero como decimos, en verano nuestro cuerpo no nos pide platos potentes y calientes, porque es sabio y nos dirige a otro tipo de alimentación que encaja mejor con el calor, más durante la cena, una ingesta especialmente delicada pues está muy próxima al descanso nocturno. Aumentan las necesidades de agua, de alimentos frescos, de recetas ligeras, de crudos… Te dejamos algunos consejos sobre lo que debes incluir, así como evitar, en tus menús estivales.
Preparaciones sencillas
Olvídate de complicados guisos y opta por elaboraciones sencillas, con productos en crudo. Una estupenda opción de verano son las ensaladas, que puedes preparar en cientos de versiones. Son, además, una gran alternativa a los guisos de legumbres tradicionales, producto que no debemos dejar de lado durante los meses de calor, pues es uno de los pilares de la Dieta Mediterránea. Las lentejas, judías o garbanzos son excelentes compañeros de platos de verano. Prepara vinagretas variadas, incluye la fruta en recetas saladas y deja de lado los fritos en favor de otras cocciones más ligeras como la plancha, al vapor o en papillote.
Más pescado
Aprovecha las vacaciones en el mar para comprar pescado fresco en los mercados locales. Durante el verano, es preferible tomar más raciones de pescado que de carne a la semana, pues nos dejarán una mejor sensación en la sobremesa y permitirán digestiones menos pesadas. Modera el consumo de carne, sobre todo de carne roja.
Más líquidos
Las altas temperaturas conllevan una mayor deshidratación y es muy importante mantener una adecuada ingesta de líquidos. En la medida de lo posible, opta por agua –si no te gusta, puedes probar con deliciosas aguas aromatizadas, por ejemplo, con fruta fresca o hierbas aromáticas- así como infusiones frías. Evita las bebidas azucaradas y gasificadas.
Ojo con los caprichos
Verano, vacaciones, descanso… desconectar también tiene sus 'riesgos' pues nos damos más caprichos que después nos pueden pasar factura. Ten cuidado con los helados, moderando su consumo a momentos puntuales, con los dulces o procesados, con el desorden de las horas de comida o la comida precocinada. Es posible que no te apetezca cocinar pero es mejor dedicar un tiempo a preparar una comida sana y equilibrada que descolocar tu cuerpo con alimentos que no le favorecen.
Un sueño placentero
Según la Sociedad Española de Nutrición Comunitaria, una cena ideal estaría basada en productos de fácil digestión, como verduras cocidas, sopas, pescados o lácteos. Con más motivo durante los meses en los que las altas temperaturas impiden dormir bien en muchas ocasiones. No pongas más obstáculos a un sueño reparador con cenas copiosas que impliquen largas digestiones.