Cuando bajar de peso parece una misión imposible, lo más importante que debemos pensar es que lo único que debemos hacer es mantener una serie de hábitos saludables y hacer que nos acompañen siempre. De nada sirve volcarnos en una dieta puntual para conseguir un objetivo a corto plazo. En ese sentido, bajar de peso puntualmente no nos ayudará a adelgazar de verdad, porque estas situaciones implican un efecto rebote que es en sí mismo peligroso y decepcionante.
Una de las cuestiones más relevantes para bajar de peso no está en tu alimentación, ni en tu metabolismo, sino en tu cerebro. Entender y aceptar que los hábitos saludables son positivos para tu vida, y que a la larga son la única forma de que mantengas el peso a raya mientras te sientes a gusto con tu cuerpo: vital, ligera y energética.
Nuestro primer consejo es que olvides completamente la operación bikini, y que también obvies el plan post-Navidad. Todas las campañas para paliar los desfases o para conseguir un cuerpo 10 para un evento, te hacen más mal que bien. Cambia el chip, y utiliza estos momentos anuales para arrancar de una vez por todas con la mejor versión de ti misma, y no para poner en práctica un plan de contingencia.
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Regula tus comidas, haz más y a mejores horarios
Puede que no tengas tiempo, pero debes encontrarlo para dividir tus comidas; no hagas 3 al día, sino 5. Toma un tentempié a media mañana y merienda a media tarde. Cuando acostumbras a tu organismo a esta dinámica de 5 comidas le estás diciendo a tu organismo que no debe hacer acopio de grasas ni de otros nutrientes, porque tu alimentación es constante. Sin embargo, cuando nos saltamos una comida, y en vez hacer 3 hacemos 2, lo que estamos transmitiendo a nuestro organismo es la alerta roja de: acumula, engorda, me falta comida.
Además, ten en cuenta los horarios más indicados para que tus digestiones no sean pesadas, y ayuda de esta forma a tu metabolismo a realizar un trabajo perfecto y regular. Desayuna nada más levantarte, no lo dejes para 2 horas después. Y, sobre todo, no cenes muy tarde. Es mejor cenar a las 20:00 que a las 23:00. Y no te acuestes nada más comer, sea una siesta o irte a dormir por la noche: hacer la digestión en posición horizontal es mala idea y, además, produce reflujos y acidez.
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El agua te da lo buenos días
Beber agua aleatoriamente o en cantidades ingentes no es una buena opción, pero sí hay momentos en el día en los que resulta especialmente positivo para tu salud. Al levantarte por las mañanas, que lo primero que ingieras sea un vaso de agua es una de las medidas más sencillas y saludables que puedes adoptar. Tu cuerpo llevará 8 horas de ayuno, realizando procesos de saneamiento físico y mental y de ahorro de energía. Cuando bebes agua a primera hora de la mañana estás activando una limpieza general de toxinas, hidratándote y refrescándote. Te lo agradecerán tu metabolismo y tu mente.
Un aporte suficiente de fibra hace que tu tránsito intestinal funcione como un reloj. Si en tu día a día no tienes mucho tiempo, piensa que los alimentos que más fibra aportan son las legumbres, y en concreto las alubias. Añadelas en cualquier tipo de elaboración y aprovecha que con el buen tiempo son un perfecto complemento para tus ensaladas.
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