Durante la digestión nuestro cuerpo vive una serie de modificaciones, una de ellas, el aumento de la temperatura, debido a que el aparato digestivo libera más calor para absorber los alimentos consumidos. Los capilares que envuelven este sistema reciben mayor flujo de sangre, bajando la afluencia en otras zonas y produciendo esa sensación de frío local que surge justo después de comer. Todo este proceso nos los explica con detalle el Dr. Pedro J. Tárraga López, miembro del Grupo de Trabajo de Digestivo de la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia SEMG (www.semg.es), con quien hemos hablado sobre los problemas digestivos más frecuentes durante el verano y cómo evitarlos.
Gastroenteritis aguda
El calor favorece el crecimiento de las bacterias y virus que contaminan los alimentos, gérmenes que producen inflamación de la mucosa del estómago y del intestino, manifestándose en síntomas conocidos y no deseados como diarrea, náuseas, vómitos, retortijones, inapetencia y, a veces, fiebre, con cuadros que suelen durar 2-3 días.
Para prevenirlo nos advierte que hay que extremar la higiene -lavar las manos antes de cocinar y de comer, los utensilios que se usen y, por supuesto, las frutas y verduras-. Además, es especialmente importante la correcta conservación de los alimentos, manteniendo la cadena de frio y, sobre todo, evitando su exposición a altas temperaturas. No comer alimentos crudos, evitar las bebidas no embotelladas y el hielo son otros consejos que nos aporta el experto.
Corte de digestión
Teniendo en cuenta que la temperatura corporal es clave en el proceso de digestión, hay que tener cuidado a la hora de someterlo a cambios bruscos temperatura exterior, ya sea por beber agua demasiado fría o por entrar al agua de manera brusca. Es aquí donde parece la temida hidrocución o, como la conocemos de manera coloquial, el 'corte de digestión'. Se debe a un reflejo del sistema cardiovascular como respuesta a un cambio muy brusco de temperatura y produce una sensación de malestar con dolor abdominal, náuseas, vómitos, mareos e incluso pérdida de conciencia, detalla el Dr Pedro J. Tárraga López.
Para evitarlo, hay que minimizar la diferencia de temperatura entre el cuerpo y el agua; "en vez de zambullirse, es mejor meterse poco a poco", explica. No tomar el sol ni hacer ejercicio físico antes de bañarse y, si la comida ha sido copiosa, es recomendable esperar antes de entrar en el agua.
Digestiones pesadas
Teniendo en cuenta que las temperaturas basales son básicas en el proceso de digestión, unido a las altas temperaturas del verano, los excesos de comida en esta época pueden provocar especial malestar y pesadez. Por tanto, debemos evitar o moderar las comidas copiosas e hipercalóricas, así como los refrescos con gas y el exceso de azúcar ya que favorecen los gases.
Otros consejos
Además de evitar los principales problemas digestivos propios de épocas de calor, el especialista suma otros consejos que no debemos pasar por alto. Mantener un adecuado estado de hidratación, incrementando la ingesta de agua, de frutas y hortalizas; seguir la Dieta Mediterránea, con productos de temporada, cereales integrales, legumbres… con recetas sencillas y ligeras. Moderar el consumo de carne roja (en verano hay que moderar especialmente el consumo de grasas), tomar más raciones de pescado que de carne a la semana o reducir a consumo ocasional los helados y bebidas azucaradas son algunos de los puntos en los que insisten desde la SEMG. Por último, recomienda hacer ejercicio físico a diario según las características de cada uno, evitando las horas de centrales de sol y las altas temperaturas.