Vivimos en una sociedad que nos ha convertido en adictos a la velocidad. La prisa por alcanzar todos nuestros objetivos, profesionales y personales, nos impide, con demasiada frecuencia, disfrutar del momento presente como nos merecemos. Además, mientras estamos inmersos en esa vorágine vital marcada por la rapidez, no podemos dejar de planificar un futuro que, seguramente, seremos incapaces de disfrutar una vez que llegue.
Y es, precisamente, la obsesión por el futuro, la que nos impide relajarnos y vivir el momento presente la mayor parte del tiempo. Mientras, lo que está ocurriendo es que la vida, la verdadera, la del aquí y ahora, se nos está escapando de las manos sin que hagamos nada para evitarlo. Nuestros pensamientos se encaminan, más a menudo de lo que querríamos, a desear que llegue el fin de semana, las vacaciones de verano, la hora de la comida… siempre aferrados a la tremenda adicción que provoca el anhelo del futuro.
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El pasado es otro de nuestros grandes enemigos porque, aunque es cierto que bien gestionado puede ayudarnos a entender mejor nuestro presente, si le damos demasiado peso y espacio en nuestros pensamientos puede impedirnos vivir en el momento que nos corresponde. Cualquier tiempo pasado no tiene porqué ser mejor, y cuanto antes entendamos que, por mucho que intentemos volver a él con el pensamiento, ni va a volver ni se puede modificar, mejor. Así que no permitas que el pasado se convierta en una losa que te impida disfrutar de lo que tienes aquí y ahora.
Así puedes disfrutar del presente
Para empezar, deberíamos lograr algo que es sencillo en apariencia: dejar de buscarle un sentido a todo lo que ocurre en nuestra vida. Tener la necesidad de darle un sentido a todo nos impide disfrutar el mero hecho de que esté ocurriendo en el momento presente. En lugar de eso, intenta, sencillamente, disfrutar de todo lo que acontezca contigo y a tu alrededor, sin pensar en qué ocurrirá en el futuro. Si en lugar de apreciar que ha empezado a llover, comienzas a pensar en lo que harás cuando la lluvia pare, habrás dejado escapar tu presente.
Por no hablar del estrés que supone para cualquiera pretender tener bajo control todo lo que sucede a nuestro alrededor. No solo resulta frustrante casi todo el tiempo, sino que además nos impide vivir el momento presente.
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Por eso, más allá del hecho de tener que planificar por necesidad, procura detectar las veces que los pensamientos de futuro (especialmente los que te causan preocupación) acaparan tu mente, y concentra todos tus esfuerzos en permanecer en el aquí y ahora.
Una de las mejores herramientas que tenemos para aprender a reconocer el aquí y el ahora, el momento presente, es la meditación. A través de ella podemos aprender a lidiar con nuestros pensamientos, impidiendo que nos dominen y poniéndolos en orden. No es cuestión de deshacerse de ellos, porque el flujo de pensamiento que produce nuestra mente no se puede revertir, pero sí organizar por prioridades.
Gracias a la meditación puedes darle más visibilidad solo a los pensamientos que te permiten estar y disfrutar de tu presente.
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