Vientre hinchado: ¿es por mala absorción, intolerancia o alergia a un alimento?

Tanto la primera como la segunda pueden producir distensión abdominal. Las consecuencias de la alergia, por su parte, pueden comprometer la vida de quien la sufre. Te ayudamos a distinguirlas y te explicamos por qué hay tantas alergias infantiles

por hola.com

Los problemas de mala absorción, intolerancias y alergias alimentarias son temas que están a la orden del día. Cada vez más personas se consideran dentro de este grupo, aunque no siempre haya un diagnóstico médico que lo confirme. Lo que sí es cierto es que las alergias pediátricas relacionadas con los alimentos se han multiplicado en los últimos años de manera alarmante. Los expertos no tienen muy claro cuál puede ser el motivo. Antes de abordar las posibles causas que se barajan, vamos a ver, de la mano de la nutricionista y colaboradora de ¡HOLA!, Marta Lorenzo, cuáles son las diferencias entre estos tres problemas que afectan al aparato digestivo o al sistema inmune de bebés y adultos. 

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Vientre hinchado, una de las principales consecuencias

Sufrir malas digestiones, náuseas, dolores abdominales o gases es más común de lo que pensamos. De hecho, es muy fácil que ocurra. Comer deprisa, abusar de alimentos precocinados ricos en grasas, fritos o comer en exceso, tener estrés, etc., son causas que pueden provocarnos una mala digestión y, como consecuencia, más flatulencias. Por lo que lo primero que debemos hacer, antes de pensar que sufrimos algún tipo de problema relacionado con la absorción de los alimentos y sus nutrientes, es asegurarnos de que nuestra alimentación y dieta son las adecuadas y que comemos correctamente: sentados, masticando bien los alimentos, despacio, y sin distracciones.

Una vez que hemos descartado la mala alimentación como el origen de una mala digestión o vientre hinchado, debemos tener en cuenta que existen tres opciones que pueden derivar en síntomas parecidos pero que, sin embargo, son enfermedades diferentes. Estas son: la mala absorción de los alimentos, la intolerancia y la alergia.

Para entender mejor en qué consisten estas alteraciones, podemos recurrir al ejemplo de la leche, un alimento que hoy en día está en el punto de mira de muchos profesionales relacionados con la nutrición.

  • Mala absorción: el intestino no puede absorber correctamente los nutrientes de la leche como, por ejemplo, la lactosa. La mala absorción no provoca síntomas, pero sí pesadez al hacer la digestión. Además, al no absorberse correctamente los nutrientes se puede acabar padeciendo un déficit nutricional.
  • Intolerancia: en este caso, la intolerancia a la lactosa de la leche se produce por la falta de la enzima denominada lactasa, que tiene como función la digestión o hidrolisis de la lactosa. Esto provoca dolores abdominales importantes, diarreas y gases.
  • Alergia alimentaria: se produce por reacción a una proteína. En el caso de la leche, la alergia sería a la proteína de la leche de vaca. Cuando una persona es alérgica se produce una respuesta inmune en el organismo, ya que este piensa que el alimento en cuestión es una amenaza, liberando histamina y causando síntomas que van desde una simple tos, urticaria o inflamación hasta una reacción mucho más seria como un shock anafiláctico. Es muy importante que este tipo de alergias estén diagnosticadas para que la persona no llegue a sufrirlo y, además, sepa actuar en caso de que le ocurra.

Si bien es cierto que si se sospecha que hay un alimento que no sienta bien, hay que controlar su consumo, en cualquiera de los tres casos, no hay que eliminar el alimento sin antes consultar con un especialista en aparato digestivo. 

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¿Por qué hay tantos bebés con alergia? 

Como decíamos al principio, la prevalencia de las alergias alimentarias ha sufrido un crecimiento exponencial en los últimos años en los países occidentales y está aumentando, drásticamente, su frecuencia en bebés. Según datos de la Organización Mundial de Alergia (WAO por sus siglas en inglés), uno de cada diez bebés puede padecer una alergia alimentaria.

No se conoce la causa exacta de este crecimiento, aunque se piensa que el estilo de vida y el condicionante genético están detrás de este aumento. “Se puede establecer el nivel de riesgo que puede sufrir el bebé teniendo en cuenta las alergias existentes en su familia. Por ejemplo, si un progenitor tiene alergia, las probabilidades de que su hijo se vea afectado están entre el 20 y el 40% y, si los dos progenitores son alérgicos, la posibilidad se incrementa al 60%”, indica el doctor Luis Blesa Baviera, pediatra en el Centro de Salud Valencia Serrería II y presidente de la Sociedad Valenciana de Pediatra.

El ambiente en el que vivimos puede influir en su aparición a una temprana edad, ya que el sistema digestivo e inmunitario del bebé es más inmaduro, con lo que pueden ser más sensibles al entorno y a los agentes con los que entran en contacto. Además, el aumento de la contaminación ambiental, de los partos por cesárea o el consumo de antibióticos, por parte de la madre o del bebé, pueden afectar a su sistema inmunitario.

“El correcto desarrollo del sistema inmunitario es fundamental para proteger al bebé de ciertas enfermedades, como infecciones o alergias. Por ello, entrenarlo a través de la microbiota en el intestino, donde reside entre el 70 y el 80% de nuestras células inmunitarias, puede tener efectos potenciales a largo plazo en la salud. En concreto, puede ayudar a reducir el riesgo de desarrollo de ciertas enfermedades no transmisibles como la alergia a corto, medio y largo plazo”, explica el especialista.

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La nutrición como herramienta para entrenar el sistema inmunitario

En este sentido, la alimentación de la madre embarazada así como del bebé, durante su etapa de lactante son de vital importancia. “La leche materna incluye componentes inmunológicos, oligosacáridos, bacterias y metabolitos bacterianos que van a modular un desarrollo normal de la flora intestinal. Sin embargo, para aquellos casos en los que la lactancia materna no es viable, se debe consultar con el pediatra la indicación de una leche de fórmula, para asegurar una microbiota intestinal saludable y, por ende, ayudar a reducir el riesgo de enfermedades no transmisibles, como alergias”, concluye el doctor Luis Blesa.