Si una parte importante de tu tiempo se moviera alrededor de un huerto propio, tu vida podría verse muy beneficiada. Esa es la conclusión a la que ha llegado Dan Buettner, un periodista de National Geographic que ha realizado una investigación para explorar por qué en algunos lugares del mundo la longevidad se dispara.
Buettner se fijó en las llamadas “zonas azules”, que son regiones de nuestro planeta donde se mantienen los mayores índices de longevidad. ¿Qué hace que en zonas concretas de Japón, Costa Rica, Grecia, California o Italia la gente viva más que en otras regiones del mismo país?
Para su sorpresa, Buettner descubrió que en todos estos lugares la gente organizaba su vida alrededor de una relación muy intensa con su propio huerto. Esto puede parecer un detalle sutil e insignificante, porque tomar algunas verduras frescas a priori no parece una razón como para vivir más años. Sin embargo, los cometidos del huerto y los hábitos a los que induce son sorprendentes.
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Un estilo de vida
Cuando trabajamos de forma intensiva en un proyecto personal, sus cualidades modifican nuestra vida. Por desgracia, la mayoría de las ocupaciones en las que estamos inmersos en la actualidad, en esta vida ajetreada y veloz, tienen que ver con prácticas estresantes y competitivas. Poner en práctica un huerto es todo lo contrario.
La jardinería tiene grandes beneficios para el ser humano, tanto a nivel físico como mental. Sin contar con que plantar frutas y verduras sea ya en sí mismo una fuente de salud. Lo importante es apreciar que los ritmos a los que se mueve la horticultura no tienen nada que ver con todas las tareas “virtuales” que desempeñamos hoy en día. Es decir, plantar tomates no lo podemos hacer con una pantalla.
Para cuidar de un huerto hace falta agacharse, cavar, regar, observar, tocar… y así un sinfín de acciones físicas que requieren observación, paciencia y esfuerzo. Desde un punto de vista físico, es como ir al gimnasio, emocionalmente es como meditar, y en conjunto se trata de una serie de prácticas que te hacen ir a un ritmo más natural, tener un mayor y mejor contacto con la naturaleza y disfrutar de ver cómo poco a poco tus esfuerzos tienen sus frutos.
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Estudios que confirman que un huerto saca lo mejor de ti
La Universidad de Harvard publicó otro resultado de una investigación que subraya que quienes viven cerca de la vegetación y se relacionan diariamente con la tierra y los vegetales, viven más y tienen menos probabilidades de desarrollar enfermedades respiratorias o cáncer. Como si de un beneficio primitivo se tratara, estar en contacto con la naturaleza hace que nos acerquemos al ser humano “natural” que tal vez hemos empezado a dejar de ser. Pues otro estudio de Harvard también coincide en señalar que los enfermos de Alzheimer que pasan tiempo en la naturaleza, respirando aire fresco, dándoles el sol y en contacto con la vegetación, demuestran una mayor capacidad visual, y el proceso degenerativo del Alzheimer se minimiza sensiblemente.
Además, con un huerto puedes controlar lo que comes
El sabor de unas frutas y verduras plantadas por ti nunca tendrán ni punto de comparación con unas que probablemente hayan crecido con pesticidas, hayan viajado desde el otro lado del planeta, hayan permanecido un tiempo en refrigeradores, y por fin lleguen a tu mesa como auténticas desconocidas.
Hay algo mágico en llevar a tu casa fruta que has visto crecer, y que has peleado para sacar adelante porque, además, conoces hasta el último paso que has tenido que dar para que madure así, y sabes que no tiene productos químicos y controlas todo su proceso. De esta forma, no hay nada más saludable y que te genere más orgullo que hacer un maravilloso puré de verduras. ¿Quién te lo iba a decir antes de tener huerto?
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