Si tocas tus plantas, crecerán peor
Es difícil de creer, pero científicos australianos no solo han determinado que las plantas reaccionan con un movimiento ante nuestros roces, sino que cuando las tocamos podemos producir un bloqueo muy intenso en su crecimiento.
Aunque no salte a la vista, las plantas reaccionan al tacto. Cuando se les roza pueden sentirlo, y en respuesta ellas también pueden tratar de moverse o segregar sustancias. En función del tipo de planta, la reacción será defensiva u ofensiva. Lo más normal es que cualquier planta reaccione esquivando nuestro roce, buscando la forma de que no se repita, pues los golpes son tomados por ellas como un accidente que puede dañarlas o como una acción para devorarlas.
Las plantas se mueven, pero lo hacen tan lentamente que no es perceptible para el ojo humano. Los biólogos llaman a este acto reflejo con una palabra muy larga y difícil de pronunciar: thigmomorphogenesis, que en griego quiere decir algo similar a “un toque que produce una nueva forma”.
Se trata de una respuesta mecánica por parte de la planta, nunca es una acción coordinada con inteligencia o con una toma de decisión. Claramente, la planta rechaza ser tocada y actúa desplazando sus hojas o ramas en sentido inverso. En este sentido la planta que más fácilmente demuestra este acto reflejo es la mimosa, que reacciona a una velocidad superior al resto de especies y, si lo vemos a cámara rápida, podemos ver cómo sus hojas se mueven como si fueran un ciempiés.
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Si tocas tus plantas, podrían hacer un parón en su crecimiento
Un estudio reciente publicado en el Plant Journal ha llegado a la conclusión de que cuando una planta es impulsada por la thigmomorphogenesis, no solo trata de desplazar sus ramas, sino que además en su interior se produce un efecto hormonal que incluso puede afectar a sus genes e inhibir su crecimiento.
Dicho de otra forma, lo que este estudio biológico ha puesto de manifiesto es que cuando tocamos las plantas, estas se tensan y pausan sus procesos internos, de modo que pese a que nuestra intención sea limpiar la planta o apreciar sus hojas, esto puede producir un efecto adverso en su crecimiento, y retrasarlo o provocar un cambio en los biorritmos de la planta.
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Según el investigador jefe de este proyecto, el biólogo australiano Jim Whelan, se ha descubierto en este estudio que a la media hora de que una planta ha sido tocada, se produce una reacción que puede alterar hasta un 10% de su genoma. También se descubrió, experimentando con berros y otras especies similares, que cuando una planta es tocada de forma repetida, se puede llegar a limitar hasta en un 30% su crecimiento.
Las plantas de compañía
Esto demuestra que pese a que las plantas son seres vivos que jamás se quejan, en su fuero interno están muy pendientes de cómo interactuamos con ellas, y que nuestras decisiones pueden ser muy relevantes para ellas.
Uno de los objetivos de esta investigación es descubrir, desde un punto de vista genético, cómo sienten las plantas los cambios en su ecosistema y qué ayudas o limitaciones tienen para crecer en función de su espacio físico. Lo siguiente será determinar cómo utilizar esta información genética para que las plantas sea más fuertes y autónomas.
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