La vida en pareja es más estable, y diversos estudios refutan que las parejas con estabilidad mantienen unas dinámicas que les eleva a un nivel superior de salubridad, donde baja la mortalidad y se adquieren hábitos que refuerzan la estabilidad emocional, las actividades edificantes y provechosas, y los horarios racionalizados.
Sin embargo, otro estudio acaba de poner patas arribas estas aseveraciones, haciendo un inciso en lo que se refiere a la masa corporal. Un nutrido grupo de científicos comandados por la nutricionista Penny Gordon-Larsen, han evaluado a más de 7.000 individuos desde 1996 y un total de 1.200 parejas que han mantenido relaciones esporádicas, han estado saliendo juntos o viviendo durante años de forma estable.
El propósito de este estudio era determinar si existe una relación entre las relaciones de pareja estables y los casos de obesidad. El resultado fue concluyente: las parejas mantienen una tendencia muy clara a adquirir obesidad, en especial aquellas que llevan un tiempo viviendo juntas y que comparten mucho tiempo juntos.
A la luz de los datos de esta investigación, parece evidente que es a partir de los 2 años de convivencia cuando esta relación de pareja y obesidad se hace presente, y se acrecienta con el paso del tiempo. No es preciso que estén casadas o que mantengan una relación de pareja de hecho, en este sentido el estudio no encontró diferencias.
Los nutricionistas que trabajaron en la investigación no se aventuran a determinar las razones por las cuales esta relación con la obesidad se hace presente, aunque claramente está relacionada con el hecho de compartir factores domésticos.
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Posibles causas de la obesidad compartidas
Los intentos por mantener una dieta equilibrada, hacer ejercicio y vigilar el cumplimiento de unos hábitos alimenticios saludables no es una cuestión de un día, sino que requieren mucha fuerza de voluntad y dedicación. Y en el caso de las parejas consolidadas, probablemente no sea cuestión de que solo uno de los integrantes de la pareja se decida, puede que deban ser los dos.
Porque uno de los rasgos psicológicos que pueden influir en esto es el hecho de que las “culpas” compartidas, parecen menos culpas. De tal modo, que cuando mantenemos una relación de pareja podemos sucumbir a ciertos placeres gastronómicos compartiendo la experiencia con la pareja y minimizando tanto el sentimiento de culpa como el control sobre lo que hacemos.
Porque en estos casos acaban poniéndose en práctica dinámicas de omisión de responsabilidad, en ocasiones por parte de los dos. Y esto también se acrecienta por el hecho de que si uno de los dos no es capaz o no quiere seguir una dieta, o simplemente una alimentación saludable, en el otro puede crecer la necesidad de replicar sus actos para desahogar la necesidad de placer y saciedad que ve consumarse en el otro.
Otra de las posibles causas que se asocian al aumento de la obesidad en parejas consolidadas es cierta falta de interés por mantener un aspecto cuidado. Hasta cierto punto, los solteros que pretenden conocer a nuevas personas y que entablan relaciones esporádicas podrían estar más al tanto de no perder de vista sus objetivos de dieta, y en el caso de las parejas consolidadas este interés puede pasar a un segundo plano.
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