¿Puede una persona vulnerable ser resiliente?
No solo puede sino que debe, pues únicamente siendo permeables al dolor seremos capaces de salir de él reforzados de una manera saludable
Se entiende por resiliencia la capacidad para sobreponerse a las adversidades, de resistir y superar los duros golpes que la vida, de manera irremediable, nos depara. Pensar que no vamos a tener que enfrentarnos a situaciones dolorosas y complicadas es negar la realidad y, desde pequeños, vamos dando forma sin saberlo a esa habilidad que nos hará salir, mejor o peor, de las situaciones difíciles. Sin embargo, uno puede pensar que la resiliencia está relacionada con la fortaleza, la firmeza o la invulnerabilidad ante el dolor, pues se entiende que siendo 'fuerte' uno tiene más herramientas para salir de un bache. Nada más lejos de la realidad.
¿Qué es realmente la fuerza?
Ser fuerte no es ser impermeable. Ser fuerte no es evitar sentir dolor, al menos si entendemos la fuerza desde un punto de vista sano. Aquellos niños que han sido educados para que escondan sus emociones y no expresen sus miedos y temores, en un equivocado intento de fomentar que sean duros ante las adversidades, siendo adultos no tendrán los mecanismos necesarios para hacer frente a situaciones complicadas. Bien quedarán paralizados por el miedo o bien saldrán huyendo para esconderse. Solo ahí, en el silencio de su soledad, son capaces de externalizar lo que sienten, pues han sido educados para no mostrarse vulnerables; aun así, en ese lugar privado, ni siquiera sabrán cómo gestionar la ira, la incertidumbre o el enfado. Un gran error educacional, pues precisamente en la vulnerabilidad reside una gran fuerza.
Siento, acepto y me repongo
De esta manera, es importante entender que para poder salir saludablemente de un golpe es imprescindible sentir el dolor y el resto de emociones que nos produce. Identificarlas, ponerles nombre, aceptarlas, asumir nuestra propia vulnerabilidad. Precisamente la aceptación es una de las cualidades más relevantes vinculadas a la resiliencia. Para poder salir de una situación difícil es necesario, antes de nada, aceptarla. Solo a partir de ahí podremos colocar la energía en superarla. Si la negamos, obviamos su existencia y, por tanto, lo más probable es que quede enquistada.
Momento de superación
Sientes la emoción, aceptas la situación pero, ¿cómo continuar? Aprender a gestionar nuestra parte emocional no es sencillo y habitualmente necesita del apoyo y la guía de un especialista. Si has llegado a ese punto lo más importante es no quedarse enganchado a esas emociones. Una vez reconocidas hay que dejarlas ir. Solo desde ese espacio uno es capaz de avanzar y comenzar a construir una nueva perspectiva. Identifica qué es pasado, qué es presente y qué es futuro, y utiliza tu propia vulnerabilidad para enfrentarte a las emociones que vayan surgiendo de manera equilibrada. Pon tu energía en 'el aquí y el ahora', que es lo único real, y verás cómo el resto se va recolocando poco a poco. Ordenar tu casa, hacer ejercicio físico, definir objetivos y practicar alguna disciplina, como el yoga o el pilates, en las que trabajas cuerpo y mente, son algunos consejos que serán de gran ayuda en momentos de superación personal.