Este método te ayudará a tomar decisiones difíciles

La vida es una sucesión de decisiones, algunas de ellas tan difíciles de afrontar que nos generan una sensación de parálisis

por hola.com

Desde que nos levantamos hasta que nos acostamos, estamos tomando decisiones. Incluso al no elegir, estamos decidiendo. Sin embargo, no todas tienen la misma relevancia. Mientras algunas las realizamos prácticamente de forma inconsciente, otras nos pueden llegar a paralizar, generarnos angustia y un auténtico quebradero de cabeza. Esto ocurre especialmente cuando esta decisión puede suponer algún cambio importante en nuestra vida. Aunque parezca complicado y no exista un manual con la respuesta correcta, cuando se presenten estas situaciones debemos mantener la calma y seguir una serie de pautas que nos ayudarán a elegir el camino más adecuado.

Uno de los métodos más utilizados en la dinámica de toma de decisiones inteligentes es el llamado PROACT, desarrollado por John S. Hammond, Ralph L. Keeney y Howard Raiffa, que consiste en analizar y resolver teniendo en cuenta ocho elementos: problema, objetivos, alternativas, consecuencias, transacciones, incertidumbre, tolerancia al riesgo y decisiones vinculadas. Los cinco primeros son la esencia del enfoque y los tres últimos "contribuyen a aclarar la decisión en ambientes volátiles o en evolución".

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Definir el problema

"Para acertar en la decisión es preciso plantear cuidadosamente los problemas de la decisión, reconociendo su complejidad y evitando hacer supuestos que no se justifican y prejuicios que limitan las opciones", mantienen los creadores. La manera en cómo se plantee la decisión desde el principio puede resultar definitiva.

Especificar los objetivos

"Pensar bien los objetivos dará dirección a las decisiones". Es necesario preguntarse en este punto cuáles son nuestros deseos y aspiraciones, así como saber qué valores o intereses hay tras ese objetivo y, a su vez, nos pueden ayudar a conseguirlo. Además, debemos identificar los temores o preocupaciones que lo acompañan.

Crear alternativas

"Tu decisión no puede ser mejor que la mejor alternativa". Está claro que sin diferentes alternativas entre las que elegir no habría necesidad de tomar decisiones pero, una vez identificado el problema y los objetivos, toca el turno de la imaginación y la creatividad. Igual hay muchas más alternativas que las que crees a priori y es momento de ponerlas sobre la mesa. Aunque parezcan inverosímiles ¡anótalas!

Entender las consecuencias

Toca evaluar todas las alternativas, viendo en qué medida se ajusta cada una de ellas a los objetivos previamente descritos. Descarta aquellas que se alejen de tus metas y valora las consecuencias de cada opción, no solo lo que implica en tu persona sino en todo tu entorno, familia y relaciones.

Estudiar las transacciones

"En las decisiones más complejas no hay una alternativa perfecta". Algunas cumplirán más un conjunto de objetivos que otros, pues, incluso, puede que tengas objetivos que chocan entre sí, como por ejemplo, crecer profesionalmente y dedicar más tiempo a la familia. Para decidir inteligentemente es necesario fijar prioridades, que son las que permitirán calibrar hacia qué conjunto de objetivos debemos inclinarnos y, entonces, hacer transacciones entre ellos. "Sacrificar un poco de esto a cambio de un poco de aquello".

Incertidumbre, riesgo y futuro

Hay que ver la probabilidad de los diferentes resultados, pues el futuro es cambiante y, aunque la incertidumbre hace más difícil una decisión, tener en cuenta los diferentes impactos generará más seguridad. Igualmente, hay que valorar la tolerancia que se tiene al riesgo y elegir una alternativa que se ajuste a un correcto nivel de riesgo que estemos dispuestos a asumir. Finalmente, no podemos dejar de lado que una decisión generará decisiones vinculadas con el paso del tiempo. En este caso, lo recomendable es aislar y resolver cuestiones a corto plazo, pero a la vez, ir recopilando información que nos pueda ayudar para interrogantes futuros.