Son muchas las personas que sienten auténtico amor por los perros y sobran los motivos. Son una excelente herramienta terapéutica, enérgicos, generadores de felicidad y unos magníficos compañeros de vida, que están presentes hasta en los momentos más complicados de los dueños. Hasta la fecha, no había ninguna teoría que pudiera explicar nuestro interés en las mascotas y el deseo de tenerlas, dando por hecho que se debe únicamente al bienestar que estas nos reportan. Sin embargo, según un estudio realizado por un equipo de científicos suecos y británicos, la decisión de tener o no un can está influida por la genética.
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¿El amor por los animales se 'hereda'?
Esta investigación, con el objetivo de comprobar si ser propietario de perros se 'hereda', ha sido llevada a cabo por científicos de la Universidad de Uppsala (Suecia), bajo la dirección de Tove Fall. Para ello, los expertos utilizaron información de 35.035 pares de gemelos y mellizos nacidos en Suecia desde 1926 hasta 1996 para comparar la composición genética de los gemelos con la propiedad de perros. Como los gemelos idénticos comparten su genoma completo y los mellizos solo la mitad de la variación genética, las comparaciones de la concordancia entre dueños de perros entre grupos pueden revelar si la genética desempeña un papel en este sentido. Por otro lado, los expertos recopilaron información sobre la presencia de canes en las familias de los participantes.
Los investigadores descubrieron que las tasas de concordancia de la propiedad de amigos peludos son mucho más altas en gemelos idénticos que en no idénticos, llegando a la conclusión de que los genes juegan un papel importante en la elección de tener un perro o no.
"Nos sorprendió ver que la composición genética de una persona parece tener una influencia significativa en si posee un perro. Como tal, estos hallazgos tienen implicaciones importantes en varios campos diferentes relacionados con la comprensión de la interacción perro-humano a lo largo de la historia y en la historia moderna", explica Tove Fall, autora principal del estudio y profesora de Epidemiología Molecular en el Departamento de Ciencias Médicas y el Laboratorio de Ciencias para la Vida de la Universidad de Uppsala. Los canes fueron los primeros animales domesticados por los hombres y, según pruebas arqueológicas, han coexistido con los humanos desde hace, al menos, 15.000 años. Desde guardianes y cazadores hasta compañeros y familiares.
"Aunque los perros y otras mascotas son miembros comunes de la familia en todo el mundo, poco se sabe de cómo influyen en nuestra vida diaria y nuestra salud. Quizás algunas personas tienen una mayor propensión innata a cuidar de una mascota que otras", continua la experta, que encabeza la primera investigación que aborda esta cuestión.
A pesar de que el equipo ha conseguido demostrar por primera vez que la genética y el ambiente juegan roles iguales en la determinación de la propiedad de los perros, no han logrado descifrar cuáles son los genes que están involucrados. "El siguiente paso es tratar de identificar qué variantes genéticas afectan a esta elección y cómo se relacionan con los rasgos de personalidad y otros factores, como la alergia", dice Patrik Magnusson, profesor asociado de epidemiología y Jefe del Registro Sueco de Gemelos. Además, este estudio, que ha sido publicado en la prestigiosa revista Scientific Reports, abre una nueva ventana para comprender la historia de la domesticación de las mascotas.
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