De esta glándula, con forma de mariposa, y que se encuentra situada en la base del cuello, debajo de la nuez de Adán y delante de la tráquea, depende en gran medida tu estado de salud. La tiroides, o más bien, las hormonas tiroideas que sintetizan, almacenan y liberan, se encargan de regular todo el metabolismo. Controlan la frecuencia cardiaca, la temperatura corporal, la motilidad intestinal, el peso corporal y el sistema nervioso central del individuo y, en el embarazo, del futuro bebé. “Si no funciona correctamente, todo tu organismo se altera”, asegura la doctora Elena Navarro González, especialista en Endocrinología y Nutrición en el Hospital Universitario Virgen del Rocío, de Sevilla, y coordinadora del área de tiroides de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN).
Los problemas de tiroides afectan al 10% de la población. Sin embargo, muchos desconocen cuáles son los problemas que afectan a esta glándula e, incluso, corren bastantes mitos. Uno de ellos: hipotiroidismo es sinónimo de obesidad. Según apunta un estudio de la Asociación Española de Cáncer de Tiroides el 37,9% de los entrevistados declaran no saber nada o casi nada sobre el tiroides y el 54%, saber muy poco al respecto. Del estudio se ha hecho eco Merck, que un año más colabora en la Semana Internacional de Concienciación del Tiroides, junto a la Federación Internacional de Tiroides.
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¿Te cuesta arrancar?
Uno de los trastornos que afecta a la glándula tiroides se conoce como hipotiroidismo. Se debe a que la tiroides no funciona al ritmo adecuado y no segrega suficiente hormona tiroidea. La consecuencia es que todo el organismo va más lento. Estas son las señales que puedes advertir si lo sufres:
- Todo te cuesta más: sientes más cansancio y tienes la sensación de que tienes las pilas agotadas.
- Tienes más frío: debido a que una de las funciones de la glándula tiroides es regular la temperatura corporal, cuando va más lenta es probable que necesites abrigarte más.
- Piel seca: tu piel se puede resentir, así como tu cabello y las uñas, que se vuelven más quebradizas.
- Puedes engordar: es uno de los síntomas más conocidos del hipotiroidismo. Sin embargo, advierte la doctora Elena Navarro, "este trastorno no es la causa de la obesidad. Se pueden ganar unos kilos, pero no podemos culpar a la tiroides del sobrepeso".
- Tu estado de ánimo se altera: debido a que regula también el sistema nervioso central, cuando la producción de hormonas es escasa debido al hipotiroidismo, el ánimo también puede decaer, se altera la memoria y la concentración. Incluso existe cierta tendencia a la depresión.
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Estás más acelerada de lo normal
Aunque es más frecuente que la tiroides produzca menos hormonas, también puede darse la situación contraria, es decir, que segregue más de la cuenta. Este caso se conoce como hipertiroidismo y, según explica la doctora, estos son los síntomas más comunes:
- Nerviosismo: además, puedes sentir irritabilidad, ansiedad y problemas para dormir.
- Taquicardias: debido a que la tiroides también regula la frecuencia cardiaca, cuando se producen más hormonas el corazón también se puede acelerar.
- Intolerancia al calor: así como el hipotiroidismo provoca más frío, el hipertiroidismo aumenta la sensación de calor e incrementa la sudoración.
- Pérdida de peso: esto es debido a que el organismo está más acelerado de lo normal.
Cómo se diagnostica un problema de tiroides
Cuando se sospecha que se puede padecer un problema de tiroides, lo habitual es realizar un análisis de sangre para medir los niveles de la hormona estimulante del tiroides (TSH). Para completar el diagnóstico, es probable que solicite una prueba de imagen, que consiste en una ecografía de la glándula para observar si puede haber alguna alteración. Según los resultados de las pruebas, se recomendará un tratamiento u otro.
Niveles alterados: en este caso, el paciente tendrá que tomar una pastilla todos los días que reemplazará en el organismo la hormona que el tiroides no puede producir o controlará su segregación. Se conoce como tratamiento sustitutivo y, gracias a él, “se puede hacer vida completamente normal”, asegura la doctora Elena Navarro.
Bulto en la tiroides: si en una ecografía se observa un bulto, se realizará una biopsia para conocer su naturaleza. La mayoría de los nódulos que aparecen en la tiroides son benignos. “Solo entre el 10 y el 20% son tumorales tienen naturaleza tumoral que puede ser benigna o maligna”, indica la especialista.
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Cáncer de tiroides, la importancia de estar bien informado
En el caso de que se trate de un cáncer de tiroides, “es importante recordar que se trata de una enfermedad con muy buen pronóstico”, asegura el doctor Sergio Donnay, coordinador del grupo de trabajo de Déficit de Yodo y Disfunción Tiroidea de la SEEN. A pesar de ello, el impacto que supone recibir este diagnóstico es muy fuerte y los pacientes necesitan información y apoyo emocional.
Diagnóstico: si tras analizar el tumor se confirma que es ‘malo’ se extirpará uno de los lóbulos de la tiroides, la glándula por completo o, si hay riesgo de metástasis, los ganglios linfáticos.
Tratamiento: dependerá de grado y del tipo. Tras la cirugía, el paciente deberá tomar hormona tiroidea de por vida y seguirá un control para analizar los niveles. En algunos casos se administrará yodo radiactivo, radioterapia, quimioterapia o terapias dirigidas.
Como en otras enfermedades oncológicas, puede ser necesario, también, la asistencia psicológica. Arantxa Sáez Sánchez, vicepresidenta y secretaria de la Asociación Española de Cáncer de Tiroides (AECAT), y también paciente, recuerda que “desde el punto de vista emocional, los primeros meses son los peores. Aceptar el diagnóstico de cáncer de tiroides y los tratamientos conlleva un trabajo emocional que no todos los pacientes pueden llevar a cabo solos”. Además, “una vez tratada, la persona tiene que vivir pendiente del ajuste de dosis y de los posibles síntomas. En este sentido, a veces cuesta hacer entender al resto que no estás bien, puesto que aparentemente no hay síntomas visibles”.
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¿Cómo influye la dieta en el funcionamiento de la tiroides?
Como decíamos, la tiroides es una glándula que segrega hormonas tiroideas y uno de los requisitos para ello es que tenga suficiente yodo. De hecho, sin este mineral no puede funcionar. De ahí que sea muy importante llevar una dieta sana y variada en el que se asegure un buen suministro de yodo”, recuerda el doctor Sergio Donnay.
Según este especialista estos son los alimentos que nos aseguran la cantidad suficiente de yodo en la dieta:
Sal yodada: es importante que la poca sal que consumimos diariamente (no más de 5 gramos de sal diarios -unos dos gramos de sodio-, es decir, una cucharadita de postre, según la Organización Mundial de la Salud), debe ser de este tipo para que se asegure el yodo en la dieta.
Alimentos del mar: el pescado y todos los alimentos procedentes del mar (moluscos, crustáceos, etc) son ricos en yodo, por lo que es importante que también se incluyan en una dieta que cuide de la tiroides.
Lácteos y derivados: también son ricos en yodo, por lo que no deberían excluirse de la dieta variada y deberíamos tomar unas tres porciones de productos lácteos diarios.
Por último, hay que insistir en que no hay remedios mágicos para cuidar la tiroides o tratar el hipotiroidismo. Pero, como en otras patologías, corren muchos bulos. Hay, de hecho, mensajes que sugieren evitar el tratamiento farmacólogico. Una cosa es llevar una dieta sana y comer ciertos productos que aporten yodo, en el caso de que sea recomendable y prescrito por un profesional, o reducirlos de la dieta si fuera necesario. Pero, "la única manera de suplir el papel de la tiroides, cuando se ha diagnosticado un problema, es tomarse la medicación que prescriba el médico", advierte la doctora Elena Navarro.
“El hipotiroidismo es una enfermedad, y como tal debe tratarse con los fármacos adecuados, en este caso, hormonas tiroideas en la dosis que recomiende el médico, teniendo claro que se deben tomar todos los días y no suspender el tratamiento salvo por indicación del especialista. Esta enfermedad nunca se trata con dieta exclusivamente”. La absorción de las hormonas se puede alterar si se une a los alimentos, especialmente si contienen calcio, hierro o soja. Es por ello que se recomienda siempre separar la toma de la medicación una media hora. “Lo mejor es tomar la pastilla al levantarse y luego desayunar 30 minutos después”, concluye la doctora Susana Monereo, directora de la Unidad de Endocrinología y Nutrición de Vithas Internacional de Madrid.
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