Según la Real Academia Española (RAE), el lenguaje es la facultad del ser humano de expresarse y comunicarse con los demás a través del sonido articulado o de otros sistemas de signos. Las palabras son mucho más poderosas de lo que, a priori, podemos llegar a pensar. Tienen el poder de crear y el poder, también, de destruir. La socióloga y experta en neurolingüística Alicia Aradilla explica a Gtres la importante relación que guardan las palabras y las emociones.
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'Yo puedo'
Decirte a ti misma 'yo puedo', pero desde el miedo, no es efectivo. Lo que realmente da poder a las palabras son las emociones de las que proceden. "Las palabras llevan una carga emocional. Lo importante es tener conciencia para descubrir de dónde viene la fuente emocional, a la que únicamente podemos acceder a través del autoconocimiento", comienza explicando la experta, quien incide en la importancia de conocerse a uno mismo y tener conciencia sobre nuestras emociones. "El lenguaje por sí solo, como palabra emitida, no crea felicidad. Lo que crea felicidad es tener conciencia sobre el lenguaje. Tener conciencia sobre tu lenguaje significa tener conciencia sobre tus estados emocionales", prosigue la socióloga.
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El poder del lenguaje positivo
Tal y como explica Alicia, la palabra puede venir de un estado emocional pero, a la vez, permite viajar a otro estado diferente. "La palabra es un vehículo entre estados emocionales. Por eso la palabra es tan poderosa para sentir felicidad", continúa la profesional, quien matiza que esto solo es posible cuando uno consigue conocerse a uno mismo. Para ello, es necesario saber qué niveles de inteligencia emocional se tiene y, a partir de ahí, saber cuáles son las áreas de mejora. En este sentido, la meditación es solo una de las muchas herramientas que contribuyen a alcanzar el autoconocimiento.
"La persona que tiene manejo de sus emociones, tiene manejo de su lenguaje. Cuando socialmente decimos lenguaje positivo, nos referimos a palabras que hemos acordado socialmente que tienen una significación positiva", señala la socióloga. Aunque nos digan que valemos mucho, si lo hacen desde un estado de incredulidad, no nos va a servir para animarnos. Sin embargo, si desde un estado de amor nos hablan de un fallo que hemos cometido y nos dan las pautas para ponerle remedio, contribuirá a que aprendamos y mejoremos. Eso es un lenguaje positivo. "En el lenguaje positivo nos centramos mucho en las palabras y el secreto está en las emociones de las que nacen esas palabras", resume la experta.
Resiliencia, camino a la felicidad
Desde el punto de vista sociológico, la felicidad es la percepción subjetiva de la realidad. "La felicidad es la interpretación del mundo y de lo que vives. No importa tanto la realidad externa como la interpretación que tú le das a esa realidad externa", afirma Alicia. Según la experta en neurolingüística, cada individuo tiene las emociones que decide tener, pero eso solo sucede cuando se tiene una inteligencia artificial muy alta y se es una persona resiliente, capaz de vivir un episodio complicado y salir reforzado del mismo. La profesional concluye asegurando que las emociones son decisiones y que la diferencia entre las personas felices y las que no lo son radica en que las personas felices tienen conciencia de sus estados emocionales y, por tanto, tienen mayor dominio de la palabra.
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