Claves para ser más sociable y conocer amigos nuevos
Cuando nuestra vida se asienta y mantenemos un trabajo estable y una rutina diaria plenamente adulta, la vida deja de verse aderezada por esa experiencia de continuo descubrimiento que significa hacer nuevas amistades, y probablemente perdamos la práctica.
Hacer nuevos amigos implica descubrir una nueva realidad y puede ser una de las actividades más enriquecedoras y divertidas que podemos hacer. Sin embargo, cuando la vida se rige por horarios y obligaciones dejas de poder atender a nuevas amistades, pues ya no hay tiempo ni lugar para abrir tu mente y tu mundo a ellas.
El mayor problema no es el tiempo, sino el contexto. Las vidas se organizan alrededor del trabajo y de la familia, y no hay entornos donde el trasiego de nuevas personas puedan facilitar de forma casual que te abras a otros y que otros se abran a ti. Sin embargo, desde un punto de vista meramente egoísta, conocer a nuevas personas fomenta muchos beneficios para ti.
Conocer a otros es ejercitar las actitudes sociales
Conocer nuevos amigos hace que enriquezcas tu forma de expresarte, pues cuando hablamos con personas que ya conocemos tenemos muy asumido qué expresiones y qué temas podemos tocar, y todo es fácil. Pero cuando hablamos con una persona que no conocemos se abre en nuestra mente la duda permanente de si nos estaremos haciéndonos entender lo suficiente, y a la vez hacemos un esfuerzo por entender al otro.
Esto es muy positivo, pues refresca nuestra actividad social y entrena nuestro actitud para estar receptivos a la conversación, lo que solo puede conducirnos a mayor extroversión, receptividad, creatividad y agilidad.
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Un perro es una opción infalible
Para abrir relaciones en el barrio la forma más efectiva es tener perro. Esto abre un sinfín de alternativas de conversar y conocer a gente nueva. Y no solo a los dueños de otros perros, con los que inevitablemente te cruzarás paseando, sino a personas de todo tipo que pueden acercarse a tu perro, o él a ellos, o que simplemente están sentados a tu lado en un banco, una terraza u observando una actividad en la calle.
Si aún no tienes perro, probablemente pienses que conocer a extraños paseando no es una forma muy estable de abrir relaciones. Sin embargo, esta práctica tiene una explicación: si sueles salir a la calle a la misma hora, probablemente la gente con la que te cruces sea siempre la misma. Esto hace que puedas abrir contacto con otros como si perteneciérais a una actividad común (como quien conoce compañeros en el estudio, o en una excursión), pero de forma muy distendida y manteniendo mucho espacio para tantearos.
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No juzgues por tu primera impresión
Por muy buen ojo clínico que tengas, si juzgas a las personas demasiado rápido es muy probable que estés errando en tu criterio. Una clave importantísima si pretendes abrir tus relaciones sociales es aplicar algo de paciencia a las nuevas personas que pasan frente a ti, pues los estereotipos rara vez son efectivos a la hora de juzgar fielmente el potencial de una persona.
Además, tenemos dos afirmaciones que demuestran que no debes cerrarte a quien a primera vista no te atrae de forma especial. Primero, probablemente recordarás cómo hay un buen número de personas que te causaron buena impresión en un primer momento, porque tal vez tenían un aspecto inicial muy afín a ti o las personas con las que sueles tratar, y que luego te decepcionaron. Por otro lado, si logras abrir tu círculo de amigos a un grupo heterodoxo estarás ganando mucho en diversidad, aprendiendo de otras formas de ser, empatizando con otras personalidades y puntos de vista, y de esta forma conocer nuevas personas estará cumpliendo su mayor objetivo: hacerte crecer y ganar empatía.
Trucos para lanzarte
El primer empujón es el más difícil, especialmente si te consideras tímida o si no sientes en este momento de tu vida una especial seguridad en ti misma. Sin embargo, debes saber que el temor es simplemente una limitación, y que la timidez puede ser parte de tu encanto y seña de identidad. No te fuerces, porque se notará, pero tampoco dejes de intentarlo.
Busca ser espontánea, e inicia la conversación con el lenguaje no verbal, observa, muéstrate sonriente, busca la complicidad. Saluda. Y en un periquete puedes estar hablando del tiempo y abrir así la conversación. No es necesario empezar con grandes temas ni soltando toda tu artillería; reserva tu anécdotas más jugosas para más adelante.
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