La ciencia avanza a pasos agigantados en la lucha contra los envases de plásticos, tan contaminantes para el medio ambiente. Al igual que la industria de la moda ha sido pionera a la hora de crear y promover tejidos ecológicos y sostenibles extraídos a raíz de sustancias tan diversas como los propios plásticos y basuras procedentes de los fondos marinos, o bien encontrar en algunos vegetales la alternativa sostenible y vegana al cuero, en el campo de la ciencia también se están haciendo importantes descubrimientos para contribuir a la protección de nuestro entorno. Algunos de los más destacados en los últimos tiempos ha sido el de la creación de envases bío a partir de algas o de la piel de ciertas frutas y verduras, algo que hace unos años parecía propio de la ciencia ficción y que, dentro de muy poco, serán una realidad al alcance de toda la población.
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Envases biodegradables a partir de algas
La diseñadora Margarita Talep ha estado al frente de un aplaudido proyecto en Chile, al desarrollar un nuevo material sostenible y biodegradable para el envasado de productos alimenticios cuya principal materia prima son las algas. Decepcionada por empleo masivo de plásticos no reciclables e innecesarios para envolver alimentos, decidió desarrollar sus propios embalajes ecológicos utilizando principalmente agar, una sustancia gelatinosa procedente de algas marinas -que actúa como polímero- a la que añade agua y tintes naturales de verduras y hortalizas como remolacha, zanahoria y col morada.
Bajo su propia marca, Desintégrame, y siguiendo esta técnica tan pionera ya ha realizado varios experimentos como un estuche para bolígrafos, pajitas o una tarjeta de visita, aunque su verdadera aspiración es que, en un futuro no muy lejano, se utilice como reemplazo para los plásticos desechables o de un solo uso.
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Bioplástico obtenido de la piel del tomate
Nuestro país también ha sido el escenario donde Investigadores de la Universidad de Málaga, del Instituto Ciencias Materiales de Sevilla (CSIC-US) y del Instituto Italiano de Tecnología han creado un bioplástico a partir de la piel del tomate. Un importante descubrimiento cuya principal utilidad es la de recubrir el interior de latas de bebidas y de conservas de aluminio con una capa aislante de film biodegradable para proteger el producto en su interior.
Los científicos han conseguido imitar las propiedades físicas y químicas del poliéster fabricándolo en un laboratorio a raíz de la descomposición y disolución de los desechos del tomate. Entre sus características destacan su permeabilidad del agua, así como la capacidad para retenerla e impedir la entrada y salida de gases. Otra de sus ventajas es su viscosidad y elasticidad, lo que permite su adaptación a la superficie. Además, este plástico sintético es inerte -es decir, que no responde ante reacciones químicas- y completamente inocuo. Por supuesto, también es biodegradable, por lo que tiene un mínimo impacto medioambiental.