En el ajetreo común de nuestra vida, muchas veces no acabamos de ver el fin de cierto cansancio acumulado, que no se esfuma ni cuando dedicamos un fin de semana reparador a descansar o aprovechamos un largo puente para coger energías. De regreso a nuestra rutina el cansancio aflora de nuevo como si jamás se hubiera movido de su lugar.
Esta situación de agotamiento prolongado puede producir cierta apatía, pues la falta de energía y el malestar físico está ligado inevitablemente con la percepción de que te sientes superada, y de que no existe la forma de levantar el ánimo.
Entre las mujeres, las razones más frecuentes para visitar al médico cuando acusamos cansancio y falta de energía son las enfermedades autoinmunes, el hipotiroidismo y la anemia. Si atendemos a esta última, las deficiencias de hierro pueden estar causadas por pérdidas menstruales. Sin embargo, cuando superamos los 50 años la anemia está relacionada con niveles bajos de vitamina B12 y ácido fólico.
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El déficit de hierro es una de las razones más claras
Sin que debas descartar otras opciones, lo cierto es que las anemias ferropénicas y los déficit de hierro son el motivo más común cuando nos referimos a cuadros de cansancio continuado en mujeres sanas. Existen síntomas claros que pueden ayudarnos a descartar otras opciones y centrar las soluciones en mejorar el aporte de hierro en nuestra dieta.
Entre los síntomas de una carencia de hierro encontramos el dolor muscular generalizado y la sensación de una debilidad, que provocan la sensación que realizar el más mínimo esfuerzo, bien sea físico o mental, causa dolor y desasosiego.
Además, hay un indicador aún más objetivo es el frío corporal. Si te notas destemplada y percibes que no logras encontrar una sensación térmica agradable aun cuando te ecuentras en zonas bien climatizadas puede deberse a una carencia de hierro. Las manos y los pies son la zonas que más frías percibes si tienes una carencia de este mineral.
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Entre los síntomas de carencias de hierro también encontramos la somnolencia de día y un insomnio pronunciado de noche. Que impiden un correcto descanso, pues de día luchamos contra el cansacio y las ganas de dormir y de noche no conseguimos pegar ojo y nuestro cuerpo no llega al alcanzar el sueño reparador que necesita.
Pero hay cuestiones aún más evidentes, pues saltan a la vista y se asocian con este déficit de hierro, como una palidez inusitada, infecciones cutáneas, y problemas de piel que se complican, como una mala cicatrización de heridas, dermatitis y fotodermatitis, además de un aumento de acné y de los granos.
Al igual que la piel, también las papilas gustativas demuestran heridas y dificultad para cicatrizar, apareciendo aftas y atrofias en las papilas gustativas. Estos síntomas puede culminar incluso con un intenso dolor de la lengua, y la inflamación de esta.
La carencia de hierro también produce que las uñas se vean desgastadas, afloren manchas y que se astillen dejando a la vista las capas de su formación. El pelo puede caerse, mostrar puntas abiertas y del cuero cabelludo puede aflorar caspa.
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