Cómo la psicología puede ayudarte a sobrellevar la frustración

La frustración es algo inherente al ser humano, pero tener baja tolerancia ante las situaciones frustrantes puede dificultar una relación sana con el entorno

por Gtresonline

Cuando somos niños todos tenemos por naturaleza baja tolerancia ante la frustración pues durante los primeros años de vida se funciona desde el sistema emocional. Esto tiene una explicación fisiológica, pues la zona del cerebro donde se encuentra 'motor' que dirige nuestros actos de una manera responsable y razonable se desarrolla más tarde que el de las emociones. Por ese motivo, los más pequeños quieren siempre conseguir sus objetivos y reaccionan con pataletas cuando no hacen u obtienen lo que quieren. Trabajar con ellos la inteligencia emocional desde edades tempranas les ayudará a ampliar su tolerancia, favoreciendo que cuando sean adultos la sepan sobrellevar de una manera saludable.

Sin embargo, si ese aprendizaje no se ha registrado o la vida no ha colocado al sujeto en situaciones demasiado frustrantes, cuando uno es adulto puede tener especial dificultad para enfrentarse a esta emoción. La frustración surge ante la imposibilidad de satisfacer una necesidad o deseo lo que puede provocar angustia, enfado, tristeza, desilusión y hasta estados depresivos. "El problema no es frustrarnos, el problema es nuestra actitud ante las frustraciones de la vida", apuntan desde Cepsim, centro psicológico especializado. Ciertamente, no podemos evitar la frustración pero trabajar la manera en que la toleramos sí es posible.

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Límites y aceptación

Lo más importante es colocarse metas realistas y alcanzables pues alcanzar 'sueños' no es posible si estos son de ciencia ficción. Para ello es interesante conocer cuáles son nuestros límites, nuestras fortalezas y también nuestras debilidades. A partir de ahí, aceptar que no todo es posible y establecer objetivos poco a poco y a corto plazo, para reforzar el éxito frente al fracaso. Por supuesto, también interiorizar que hay situaciones que no podemos controlar.

Autoconocimiento

Detectar qué situaciones son las que te provocan frustración y descubrir cómo reaccionas a esa emoción -si es desde la ira, la tristeza, el bloqueo…- te ayudarán a poner la atención y aprender de tu propio comportamiento. Tener conciencia de la emoción y expresar qué sientes es el primer paso para empezar a ampliar tu nivel de tolerancia.

Rebajar la ansiedad

Es habitual que la frustración venga acompañada de ansiedad, una respuesta del cuerpo en situaciones de 'alerta'. Si bien todos podemos sentir ansiedad de manera puntual, una persona con baja tolerancia a la frustración puede hacer de ella un constante pues se va a topar frecuentemente con situaciones que suponen una barrera. Entre sus manifestaciones sintomatológicas están la inquietud, la irritabilidad o la sensación del 'nudo en el estómago', entre muchas otras. Practicar yoga, el mindfulness o la respiración consciente son algunas técnicas que pueden ayudar a calmarla.

Responsabilidad en la toma de decisiones

La incertidumbre, la falta de paciencia, la inseguridad o el temor a los conflictos también son aspectos íntimamente ligados a la baja tolerancia ante la frustración. Trabajar todos ellos te permitirá aumentar tu autoestima y enfrentarte a los diferentes retos de la vida de una manera más firme y responsable. Las decisiones que se toman desde esta postura permiten afrontar más saludablemente el hecho de que toda elección puede implicar que haya que renunciar a otras cosas.