La resiliencia es la capacidad que tenemos para hacer frente y recuperarnos ante situaciones de cambio que nos afectan, bien sea por intranquilidad, inseguridad o cuestiones más profundas, como graves cambios en nuestra vida que nos hacen replantear todo nuestro mundo y que precisan de que tomemos el control de las situación.
Según te haces mayor llegas a conocer el color y la forma de muchas de las cosas que te han atemorizado a lo largo de la vida. En el propio proceso de maduración es inevitable que aprendamos a sobreponernos ante los cambios y la adversidad, y que cuestiones que hace décadas nos producían gran ansiedad, ahora podríamos identificar y solventar con mayor facilidad.
Visión de conjunto
Piensa en algunos de los problemas que podrías sufrir en tu infancia. Probablemente ahora entiendas perfectamente cuál era la actitud que deberías haber mantenido cuando vivías esos momentos para poder salir indemne y victoriosa de tus miedos, frustraciones y dificultades. Solo cuando pasa el tiempo tenemos una visión conjunto suficiente para entender cuál es nuestra auténtica situación frente a los conflictos y cuál es su tamaño real.
Leer: Afrontar las nuevas relaciones tras una ruptura
Porque en todos los problemas que podemos afrontar, al principio nos enfrentamos a ellos con total ceguera, sin conocer si aquello que tenemos delante es del tamaño de un transatlantico o de un escarabajo. Los problemas y las situaciones de cambio traumático se engrandecen ante nuestro estrés y ansiedad, y es sólo cuando pasa el tiempo que descubrimos al fin cuál era su forma y su gravedad.
La experiencia aportada por nuestra vida hasta llegar a la madurez convierte nuestro bagaje personal en una herramienta resiliente, busca patrones y trata de entender los problemas del presente con soluciones del pasado. Para algo debería servir cumplir años, y lo cierto es que la facultad de comprender qué es grave y qué es superable es una de las nociones que adquirimos con el paso de los años, y que sirven de “linterna” para alumbrar sobre la oscuridad de situaciones que, sin esa experiencia, podrían resultar más complejas.
Leer: Entrenar la perseverancia, un gran valor de las personas resilientes
Cuestión de empatía
Existe un tipo de empatía que no atiende a la comprensión de la situación de otras personas, sino a tu propia percepción de en qué situación te encuentras. Es como si tu "yo" fuera múltiple a lo largo de las diferentes etapas de tu vida, y ante una nueva situación en tu actualidad regresaras y fueras juzgada por todos esos “yos” que buscan entender qué te ocurre con las herramientas de las que disponen. Todo esto es una clave resiliente que convierte tu experiencia en inteligencia emocional.
Porque a lo largo de los años no solo has aprendido a ser fuerte ante situaciones traumáticas o difíciles de asimilar, sino que también te has visto a ti misma frente a la adversidad, te has escuchado llorar y vencer las situaciones siendo consciente de que te estabas convirtiendo en otra persona, una nueva versión de ti misma.
Esto hace que que dispongas de un antídoto ante distintas situaciones, miedos y dolores. Estás vacunada, y lo haces desde la inteligencia emocional, pues has adquirido claves para entender tus emociones, para tenerte el amor suficiente para apoyarte a ti misma, para pedir ayuda, para expresar todo lo que necesitas sacar afuera, y para coger el control de tu vida.
Leer: Claves para cambiar de país y hacerte más resiliente