Los mitos y verdades en torno a la alimentación dan para escribir libros que, por otro lado, deberían revisarse cada cierto tiempo. Porque la información acerca de lo que es saludable y no lo es, al igual que acerca de lo que engorda y lo que no, nos sorprende de repente tirando por tierra aquello que habíamos creído a pies juntillas.
La ventaja de todo esto es que por fin llega el momento de dejar atrás mitos o verdades a medias que puede que te hayan impedido adelgazar o disfrutar de algunos alimentos que no hacían peligrar para nada tu peso y te impedían tener una buena relación con la comida.
No cenar ayuda a adelgazar
Así lo habíamos creído durante años. Pero al parecer no cenar no tiene nada que ver con engordar o adelgazar. Aunque puede tener consecuencias negativas tanto para nuestra salud como para nuestro objetivo de perder peso.
Cuando nos excedemos en la comida, pensando que con no cenar (o cenar una pieza de fruta y un yogur) lo podemos resolver, en realidad no estamos engañando. Lo que te has comido no te lo quita nadie, y menos si te has pasado en la ingesta de azúcares, fritos o ultraprocesados.
Lo que sí conseguirás es ir con hambre a la cama, y seguramente también con ansiedad por haber reprimido las ganas de comer. A partir de aquí lo más fácil es que te sumerjas en una espiral de culpa, exceso de comida y hambre que te aleje de tu objetivo y te haga sentir mal. No te saltes ninguna comida y utiliza el sentido común para hacer tus cenas ligeras y saludables, pero no te las saltes para compensar otros excesos.
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Hay que seguir una dieta baja en grasas
Toda una vida escuchando que las grasas son las culpables del sobrepeso, y al final parece que la cosa no es del todo cierta. De hecho, el furor que hubo en décadas pasadas y que nos hacía eliminar drásticamente la grasa de nuestra dieta seguramente solo perjudicaba nuestra salud.
A día de hoy sabemos que las dietas bajas en grasas no son buenas para perder peso, y que es en otros factores en los que hemos de fijarnos. La auténtica dieta mediterránea, por ejemplo, es más efectiva a la hora de adelgazar. Eso sí, elige las grasas buenas, como las del aceite de oliva, aguacate, pescado azul o frutos secos. Y deja a un lado las que proceden de la bollería, los precocinados o los dulces.
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Tienes que consumir menos calorías de las que consumes
Esta idea está detrás de gran parte de las dietas hipocalóricas, que ofrecen un resultado a corto plazo, pero que lo único que consiguen es ralentizar nuestro metabolismo basal y provocarnos un efecto rebote que nos hace recuperar, como mínimo, el peso inicial.
Comer menos solo tiene sentido si estábamos comiendo de manera excesiva. Pero no se trata de reducir calorías, sino de asegurarnos que estamos tomando todos los nutrientes que necesitamos al día, y que lo hacemos a través de alimentos reales y saludables.
En cuanto a consumir más de lo que ingerimos, se supone que estamos hablando de introducir el ejercicio físico en nuestra rutina diaria. Y eso evidentemente es siempre una buena idea, sobre todo porque el sedentarismo es terrible para nuestra salud, y la práctica de cualquier deporte mejora nuestro estado físico por dentro y por fuera.
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