Los aditivos alimentarios son sustancias que se incorporan en la mayoría de los alimentos que consumimos a diario. No todos son malos ni tienen riesgos graves para la salud. A pesar de ello, suscitan mucha preocupación en los consumidores. La dietista-nutricionista y colaboradora de ¡HOLA! Marta Lorenzo te explica por qué se utilizan y te ayuda a diferenciar los que son necesarios de los que puedes prescindir.
- Relacionado: Alternativas naturales a los aditivos
Los diferentes tipos de aditivos alimentarios
Los aditivos que consumimos en los alimentos no son tan malos como pensamos. De hecho, aunque algunos estudios han observado posibles efectos carcinógenos, no es fácil que nos produzcan daño. Esto es debido a que dichas investigaciones se basan en la utilización de altas cantidades del producto, casi imposibles de consumir al día.
Es más, la verdadera preocupación y a lo que, como consumidores, deberíamos prestar atención, es otras sustancias que no aparecen en las etiquetas y que sí pueden der muy nocivos. Es el caso de los nitratos, benzopirenos o los metales pesados como el mercurio, el plomo, los policlorobifenoles ( PCB) y los hidrocarburos aromáticos policíclicos.
Existen 4 grandes familias de aditivos alimentarios. Los podemos reconocer porque todos incorporan la letra E al principio
- Colorantes: E- 100 a E-199
- Conservantes: E-200 a E-299
- Antioxidantes: E-300 a E-399
- Agentes de textura (gelificantes, emulsificantes): E-400 a E-499
- Relacionado: Guía rápida para comer sano (sin morir en el intento)
Aditivos colorantes
Los colorantes se utilizan para dar al alimento un aspecto más atractivo haciendo que resulte estética y psicológicamente más apetecible. La adición de estos aditivos en la industria alimentaria se realiza en cantidades mínimas respetando la ingesta diaria admitida. Todos los colorantes autorizados en Europa han pasado la prueba de inocuidad, sin embargo, existen de los que no se sabe exactamente si podrían producir efectos secundarios y, por ello, no se recomienda su consumo.
- Amaranto ( E- 123): según indica el registro aditivos-alimentarios.com es un colorante sintético que se obtiene de un compuesto del petróleo, el alquitrán blanco. Se pueden encontrar en caramelos, chicles, fruta confitada… Puede ocasionar hiperactividad en niños. También se ha observado en modelos animales un mayor riesgo de sufrir un tipo de tumores. En EE.UU está prohibido su uso desde 1976 . No se debe confundir con la especie vegetal Amarathus.
- Tartracina ( E-102): el mismo registro señala que también se trata de un aditivo que se extrae del petróleo. Se trata de un colorante de color amarillo-naranja que se emplea en numerosos productos: postres, natillas, flanes, cereales para el desayuno, patatas fritas, salsas, etc. Se sospecha que puede ocasionar problemas de hiperactividad en niños y, en grandes cantidades, aumentar el riesgo de ezcema, urticaria, insomnio debido a que es un liberador de histamina.
- Relacionado: Ojo con las 'chuches'
Aditivos conservantes
Los conservantes impiden la alteración del alimento. Los que más podemos encontrar en los alimentos son el ácido ascórbico (E-200), fórmico (E-230), acético ( E-260), láctico ( E-270), propiónico ( E-280). Ninguno de ellos son peligrosos. Sin embargo, hay otros de los que aún se discuten sus efectos secundarios. Se trata de:
- Anhídrido sulfuroso (E- 220): se trata de un conservante derivado de la combustión de minerales con el azufre. Se emplea para evitar la contaminación de los alimentos. Se pueden encontrar en vinagres, vinos, cervezas, conservas, ensaladas, barritas, postres dulces, etc. Puede ocasionar irritaciones en el tubo digestivo e inactivar la vitamina B.
- Sulfitos ( E- 221 a E- 226): se ha observado que a dosis elevadas estos aditivos destruyen las vitaminas del alimento y puede ser responsables de la aparición de náuseas y cefaleas.
Aditivos antioxidantes
Los antioxidantes se utilizan para evitar los fenómenos de oxidación que dan lugar a la alteración de los alimentos. No presentan ningún peligro en la dosis que se utilizan y, de hecho, muchos de ellos se obtienen de forma natural del propio alimento. Dos de estos podrían ser el ácido ascórbico o vitamina C (E- 300) o el tocoferol o vitamina E (E- 306 a 309).
Agentes de textura
Se utilizan para dar consistencia agradable y estabilidad al alimento. Destacan los emulsionantes como las lecitinas ( E- 352) y los mono y diglicéridos ( E- 471), que provienen de ácidos grasos alimenticios. Por otro lado, están los gelificantes, como los carragenatos (E- 441), que provienen de algas marinas. Ninguno de ellos son peligrosos.
Para evitar los posibles ingerir cantidades elevadas que puedan ocasionar riesgos en la salud, “lo ideal es intentar consumir alimentos reales, es decir, frescos. De esta manera, evitaremos la ingesta de productos sintéticos de los que no sabemos, al 100% cómo pueden influir en nuestro organismo”, concluye la dietista-nutricionista Marta Lorenzo.
- Relacionado: 'Comer limpio': o cómo comer sano y alimentar el cuerpo, la mente y las emociones