Aprende a perdonarte tus propios errores

Todos los días hacemos un sinfín de cosas, así que desde que abrimos los ojos por la mañana tenemos cientos de opciones para errar, y también para demostrar nuestra pericia. Sin embargo, socialmente los errores están muy mal vistos, y desarrollamos una aprehensión total a que los demás nos vean fracasar en nuestros intentos.

Por Cristina Soria

Séneca decía “errar es de humanos”, sin embargo, la sociedad en la que vivimos parece valorar con mayor crudeza los errores que cometemos en el día a día. Fracasar nos produce vergüenza, estrés y ansiedad. Por eso, en muchas ocasiones, preferimos no intentarlo antes que fracasar. Y una vez que erramos, ocultamos y acallamos el resultado para que esta vivencia se olvide cuanto antes.

En el mundo profesional, los errores pueden ser el comienzo del aprendizaje

Sin embargo, en los ambiente de emprendedores más exigentes, como en el entorno de Silicon Valley, se valora ampliamente la experiencia de aquellas personas que lo intentaron, por encima de aquellos que lo consiguieron. 

Porque alguien que ha fracasado en sus empeños es consciente de las dificultades que deben ser afrontadas, y estos errores pueden hacerle ser cauto y saber manejar con éxito situaciones similares. En cambio, el caso de quien nunca erró en ciertos empeños se podría relacionar con la suerte o con las ayudas externas.

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Cada vez que fracasamos estamos aprendiendo. Los científicos e investigadores también dan cuenta de ello cuando buscan la explicación a un fenómeno: realizan simulaciones y modelos de investigación, nunca dan con la clave a la primera. Es más, los grandes procesos de investigación culminan cuando se han agotado todas las opciones y se ha errado repetidamente. Esta sería una Ley de Murphy llevada a sus últimas consecuencias, que dice que si algo puede ir mal, irá mal hasta que por eliminación vaya bien.

El error no te define, te ayuda

Cuando cometemos un error tendemos a rechazar la posibilidad de que ese error nos defina. Somos las decisiones que tomamos y, sin embargo, nos aterra que sean las opciones erróneas las que puedan formar parte de nuestra historia vital.

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Pero un error (o cientos) no nos hace menos inteligentes o menos valiosos. Por supuesto que no. Creemos que nuestras vidas se construyen sobre nuestros aciertos, y olvidamos que muchas de las vivencias que nos han hecho ser quienes somos fueron errores que supimos digerir, aprovechar y convertir en parte de nuestra historia.

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Soluciona la ecuación del error

Vamos a poner en un frasco el error, cualquiera que hayas cometido, y a despojarle de todas las cuestiones emocionales que produce. Este ejercicio te ayudará a perdonarte aquellas cuestiones que te generan autocrítica hasta el límite del estrés, a no generar ansiedades innecesarias y a ver el error como una vía de conseguir un acierto.

Piensa en si el error en cuestión es irrevocable. Pocas veces una mala decisión no puede deshacerse, y en ocasiones solo nos resta tiempo o nos coloca en una nueva posición para tomar otras decisiones nuevas. ¿Acaso el error que cometiste no lo habrías juzgado igual si no hubiera sido fruto de tus decisiones y hubiera sido casual? En ocasiones nos fustigamos por haber causado un problema, cuando esa misma situación podría haber llegado fortuitamente, y en ese caso probablemente no habríamos mostrado tanta desazón.

Sé consciente de que el mismo error que tú has cometido lo han cometido otras personas antes, seguramente algunas de tu entorno a las que valoras mucho. ¿No es acaso lo normal? Trata de buscar referentes, otras personas que hayan pasado por lo mismo, pregúntales y descubre cómo les fue después. ¿Aprendieron? ¿acabó siendo beneficioso?

No todo es blanco ni negro, muchos errores simplemente nos dejan en una zona gris, no tan lejos del éxito. Piensa en las probabilidades que tenías de haber errado aún más: siempre puede ser peor. Los errores pocas veces son absolutos. Piensa en lo que realmente te separa del éxito y busca la forma de usar este error para coger impulso, y volver a probar, aprender es un valor seguro y el error es la vía para hacerlo. ¡Aprovéchalo!

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