La ciencia lo avala: somos lo que comemos. Y eso se nota por dentro y por fuera, porque nuestra forma de alimentarnos influye de manera directa en nuestra salud, pero también en el aspecto más externo de la piel. Ya sabemos que una dieta rica en frutas y verduras es imprescindible para estar bien, por eso nos encanta conocer sus propiedades y virtudes, además de añadir a nuestra lista de favoritos aquellos que podían resultarnos hace un tiempo más dudosos, como los huevos, pero que hoy sabemos con certeza que son una bomba de nutrientes repletos de salud.
Ahora, al igual que disfrutamos descubriendo qué alimentos no deben faltar en nuestra dieta, también es importante poner el foco en aquellos que nos hacen un flaco favor, perjudicando nuestra piel y envejeciendo su aspecto. De este modo podremos detectarlos y sustituirlos por alternativas más saludables siempre que nos sea posible.
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Los refrescos azucarados
Sabemos que hace tiempo, si no fuiste capaz de dejarlos de lado, optaste por las versiones edulcoradas o “lights” de los refrescos. Y aunque con esa presentación que los convierte en un pequeño placer culpable libre de azúcares te permitas tomarlos de vez en cuando, sentimos decirte que siguen siendo fatales para tu salud. La cafeína, los químicos y el azúcar (en los refrescos originales) causan el envejecimiento prematuro del aspecto de nuestra piel.
En su lugar, nada como el agua con hielo y una rodajita de limón Dale una oportunidad a la bebida más natural que existe. Un buen comienzo también es, para no abandonar de golpe el poder burbujeante de un refresco, pedir agua con gas. Hazle ese regalo a tu salud y a tu piel.
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Las patatas fritas
De las que vienen en bolsa ni vamos a hablar, porque hace tiempo que las tachamos de nuestra lista de alimentos saludables, independientemente de su etiquetado indique que son ecológicas o artesanas. Pero, sintiéndolo mucho, incluso a las patatas fritas caseras ha habido que ponerlas en entredicho por su alto contenido calórico y su escaso valor nutricional, que las pone en relación con el envejecimiento de la piel al fomentar la formación de radicales libres.
Pero puestos a caer en la tentación, los boniatos o batatas son una opción algo mejor, según un artículo de la Cleveland Clinic en el que, sin que existan grandes diferencias nutricionales entre la patata y la batata, parece que esta última tiene algo menos de carbohidratos y casi el doble de vitamina A. En cualquier caso, siempre será mejor que la tomes con moderación y cocinada al horno en lugar de frita.
Sirope de agave y sirope de arce
Ambos se ofrecen como una alternativa de lo más actual y healthy al ya demonizado azúcar blanco. La situación es clara, el dulce es adictivo y acogemos con gozo cualquier alternativa que tranquilice nuestra conciencia y que calme la necesidad de tomar alimentos endulzados. Pero lo cierto es que este tipo de siropes siguen siendo azúcar casi en su totalidad, además de carecer de otro tipo de nutrientes necesarios para nuestra salud, como vitaminas y minerales. Además, su falta de fibra facilita que los azúcares que contienen se absorban con rapidez por el organismo, causando su inflamación y oxidación.
Si queremos ponerle el punto dulce a nuestra vida tenemos a nuestra disposición un amplio abanico de frutas repletas de los azúcares que nuestro cuerpo demanda de manera saludable. Si se trata de endulzar postres o de conceder un capricho, echa mano de los dátiles, que son ricos en polifenoles y nos ayudan a prevenir el envejecimiento.
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