Si comes de 'tupper', te decimos cómo hacerlo de manera saludable
Comer fuera de casa puede ser muy saludable, además de económico, si sabes cómo organizarte y cómo distribuir el contenido de los menús.
Cuando el trabajo te obliga a comer fuera de casa a diario, el tupper se convierte en el gran aliado de tu salud y de tu economía. Con un poco de organización y una buena planificación puedes elaborar menús variados y equilibrados para cada día. Solo es necesario tener en cuenta cuál es la mejor manera de estructurar nuestro tupper para asegurarnos de contar con todos los nutrientes necesarios para afrontar la jornada.
Pero, además de saber cómo debemos elaborar nuestros menús y cuáles son los alimentos que más nos convienen, también es importante reconocer cuáles es mejor evitar.
Ante todo, una buena planificación
Si pretendemos improvisar la noche de antes cómo vamos a preparar el tupper del día siguiente, lo más probable es que acabemos comiendo cualquier cosa y que no cumplamos con los objetivos nutricionales que queríamos. Por eso es muy importante que, de cara al comienzo de una nueva semana, hagas una planificación detallada los platos que vas a preparar y de los ingredientes que vas a necesitar. De este modo, cuando tengas elaborados unos pocos menús semanales te será cada vez más fácil organizarte, porque solo tendrás que hacer combinaciones que te permitan tener cierta variedad.
Incluso puedes aprovechar el fin de semana o los días que tengas libres para hacer batch cooking y ahorrar tiempo en la preparación de platos: todo tipo de guisos, caldos, cremas y verduras al horno pueden dejarse listas para tomar con días de antelación.
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Un 'tupper' es el equivalente a un plato de comida
Esto quiere decir que has de pensar en el contenido de tu tupper como si se tratase de una comida que vas a tomar en casa y en la que no falta ni sobra nada. Existen unas pautas básicas que nos ayudan a saber cuáles son las proporciones aproximadas de nutrientes que debe contener una comida principal para considerarla saludable y que pueden serte de mucha ayuda.
Para empezar, la mitad del plato ha de estar compuesto por frutas y vegetales. Aquí no hay límite para la imaginación, así que combina a tu gusto y apuesta siempre por la variedad. Eso sí, no olvides que las patatas no se incluyen en este grupo.
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La otra mitad del plato se divide a su vez en otras dos mitades: Una debería ir destinada a granos integrales, como el trigo, el arroz, la avena o la cebada; y la otra a las proteínas, buscando siempre que sean saludables: pollo, pavo, pescado, huevo, legumbres de todo tipo e incluso frutos secos (tostados y sin sal).
Y más allá de la estructura, recuerda no descuidar los aderezos, ya que son la guinda final que puede coronar o arruinar un plato. Si vas a llevar la comida desde casa, las salsas no son una buena idea, tanto por engorro como por seguridad alimentaria. Además, lo más probable es que solo se trate de una forma de añadir calorías innecesarias a tu plato. Mejor opta por un sencillo aderezo con un aceite vegetal, preferiblemente de oliva, y por las especias, siempre saludables y llenas de sabor.
En cuanto al postre, sin lugar a dudas, la fruta es la mejor (y única) opción para cualquier nutricionista: sana, imprescindible y fácil de transportar. Nada más que añadir.
Algunos alimentos que es mejor evitar
Algunos alimentos son muy sensibles a la ruptura de la cadena de frío que se produce al trasnportar nuestro tupper, y también pueden producirse un exceso de calor que propicie el crecimiento de patógenos. Evita cualquier riesgo dejando fuera de tu menú tortillas de patatas con el huevo poco cuajado, carnes poco hechas, mayonesas caseras, ensaladas con la lechuga mal lavada o salsas cuya base sea leche o yogur.
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