'Fitness'

Entrenamiento funcional frente a entrenamiento tradicional, ¿en qué se diferencian?

Tras años de levantar pesas y recorrer todas las máquinas del gimnasio al realizar un entrenamiento tradicional, parece que los entrenamientos funcionales han llegado a nuestras vida para quedarse y darle un nuevo giro a la forma de hacer ejercicio.

Por Cristina Soria

Atrás quedaron los tiempos en los que para ponerse en forma la principal opción era ir al gimnasio a recorrer todas sus máquinas. En los últimos años las disciplinas deportivas han evolucionado de manera visible, porque hace ejercicio ya no es un asunto minoritario, sino que forma parte de un estilo de vida saludable al que cada vez se suman más personas.

Hace apenas 15 años las opciones de entrenamiento eran más bien pocas, y la mayoría acabábamos en aeróbic o spinning cuando buscábamos una alternativa al periplo por la sala de máquinas.

Pero de una manera vertiginosa todo empezó a cambiar, y ahora elegir cómo nos entrenamos supone una toma de decisiones que implican numerosos factores, como con qué objetivo entrenamos, cuál es nuestra forma física y de qué tiempo disponemos. En este florecer deportivo se ha posicionado con fuerza un tipo de entrenamiento, el funcional, que parece haberle plantado cara al entrenamiento tradicional que había colapsado las máquinas de los gimnasios durante años.

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El entrenamiento funcional: personalizado y  variado

Esto es así porque el entrenamiento funcional se basa en la personalización: según tu estilo de vida, tus necesidades y tu forma física, así habrá de diseñarse tu forma de ejercitarte, aunque lo practiques en grupo. Pero lo que realmente engancha de este tipo de entrenamiento es que es muy variado y divertido, entre otras cosas porque rompe con la rutina tradicional de series y repeticiones intercalando tiempos de descanso. Es difícil que te aburras con toda la variedad que de ejercicios funcionales que se pueden realizar y con la cantidad de material que se utiliza, además del uso del propio peso corporal: battle ropes, kettlebells, peso libre, ruedas, TRX, etc.

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Otra de las principales características del entrenamiento funcional es que todos los movimientos cuentan con el core como centro, y de él es de donde surgen y terminan. El core engloba no solo la musculatura del abdomen, sino también la zona lumbar, el suelo pélvico, el transverso y los glúteos. El core es el centro gravitacional de nuestro cuerpo, y trabajándolo de manera constante, gracias al entrenamiento funcional, se mejora visiblemente la coordinación, la postura, la estabilidad y el equilibrio. Además, está implicado en todos los movimientos que realiza nuestro cuerpo al andar o al correr, y si está correctamente entrenado evitaremos problemas de movilidad y dolores en el resto del cuerpo.

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El entrenamiento tradicional: un clásico que no pasa de moda

Cuando hablamos de entrenamiento tradicional, nos estamos refiriendo al entrenamiento de fuerza de toda la vida, estructurado en series y repeticiones, que combina el trabajo de los grandes y pequeños grupos musculares con determinados patrones de movimientos más bien fijos. En ocasiones se le ha atribuido la mala fama de reducir la movilidad o la resistencia cardiovascular de quienes lo practican. Pero lo cierto es que si el entrenamiento está bien diseñado, supervisado, se realizan los calentamientos oportunos, nada de eso debería ocurrir.

El entrenamiento de fuerza tiene un impacto positivo sobre nuestra salud metabólica, articular y ósea, y es importante para mejorar nuestra calidad de vida. Así que en tu mano está decidirte por un tipo de entrenamiento u otro. Lo importante es que incluyas el ejercicio físico como parte de tu vida, en función de tus necesidades y tus gustos.

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