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Muchos estudios científicos han ahondado en las razones que hacen que el ser humano y el perro sean dos especies tan afines, y que desde épocas muy remotas mantengan una relación tan estrecha. Un estudio reciente arroja nuevas evidencias de que las razones que motivan el buen entendimiento entre humanos y perros pueden deberse a motivos genéticos.
Según una publicación reciente de Science Advances, el comportamiento canino tiene marcada cierta evolución en sus genes que hace que cada vez se diferencien más de los lobos y se conviertan en seres sociales con ciertos rasgos de humanidad, si por esto entendemos que la paciencia y la fidelidad son características humanas que podemos compartir con nuestros amigos caninos.
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La hipótesis de este estudio se basa en apreciar cómo los perros han ido desligándose de los rasgos de comportamiento cercanos a los lobos. Mientras estos últimos utilizan la fuerza y la manada para solucionar problemas, los perros son más proclives a la búsqueda de soluciones sociales por observación, y en ocasiones prefieren desistir o generar estrategias antes que recurrir a la fuerza.
Para realizar una comparación entre especies, se analizaron en paralelo los resultados de perros de distintas razas y lobos grises socializados. El estudio se realizó en la Universidad de Princeton, bajo la dirección de Bridgett von Holdtt, y centró su análisis en un área cromosómica que determina la sociabilidad en los perros, y que también está presente en los genes humanos.
Cuando nosotros carecemos de esta zona cromosómica desarrollamos el síndrome de Williams-Beuren (WBS) y desarrollamos un comportamiento hipersocial de forma congénita. En este sentido, los resultados del estudio demostraron que cuanto más domesticados y en contacto con los humanos están las razas de perros y lobos, más variaciones de genes GTF21 y GTF2IRD1 ha habido, y que han demostrado estar relacionados con la hipersocialbilidad de los canes.
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La inteligencia es una cualidad social
El experimento realizado por la Universidad de Princeton consistía en observar el comportamiento de los perros y lobos cuando se les incitaba a solucionar problemas, como por ejemplo, conseguir abrir una caja con una recompensa. Dicha prueba debían realizarla siempre por sí mismos, y en presencia de un humano que observaba sin interactuar.
Los perros mostraron atención a la actitud del humano, eran conscientes de que él podría ayudarles y de que estaba atento a la resolución del problema. Esto ocurría aún siendo un humano con el que no guardaban una relación anterior y, por tanto, no había conocimiento previo. Los perros pasaron la mayor parte del tiempo buscando la solución mientras miraban al humano, mientras que los lobos obviaron completamente al humano, y no dedicaron tiempo a observarle ni a buscar su mirada.
Este hecho, que puede parecer insignificante, junto a la evidencia de que los genes caninos que marcan la socialibilidad han evolucionado y son superiores a la de los lobos, hace que en suma el estudio científico se incline a entender que los perros buscan apoyo, comprensión y empatía en los seres humanos, y estos rasgos han ido in crescendo a raíz de la domesticación que se ha ido realizando de los canes a lo largo de los siglos.
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