Aprende a encajar las críticas, aunque no sean buenas

Si las críticas te hacen daño y generan en ti una sensación de frustración, tal vez ha llegado el momento de analizar qué significan para ti y aprender a canalizarlas

Por Cristina Soria

Cada vez que alguien señala rasgos de nuestra personalidad, nuestra actitud o nuestros actos y los critica, está abriendo un grieta en la percepción que tenemos de nosotros mismos. Porque las críticas son espejos que muestran quiénes somos, aunque a veces no ofrecen un reflejo fiel a la realidad, sino una versión nuestra distorsionada o circunstancial. 

Que las críticas hagan mella en nuestra autoestima demuestra que no mantenemos una relación saludable con estas objeciones, y que no hemos desarrollado unos mecanismos lo suficientemente estables para aprovechar todo lo bueno de las críticas constructivas, o para hacer oídos sordos a las que tienen un objetivo tóxico.

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Aprender a canalizar las críticas

Lo más importante que debes hacer es protegerte del sufrimiento. Sufrir es innecesario, se mire por donde se mire, y cuando recibimos una crítica, sea con actitud positiva o negativa, lo más importante es procesarla y actuar en consecuencia. Descarta, por tanto, la reacción “en caliente” y lánzate cuanto antes a evaluar si esta crítica es certera o está vacía.

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En el caso de que la crítica sea cierta, y ponga en evidencia un comportamiento o un error nuestro, siempre puede servirnos para mejorar. Es útil tenerla en cuenta, aunque haga referencia a unas acciones ya pasadas sobre las que no podamos hacer nada. Porque la mirada externa de otra persona nos podrá dar un punto de vista distinto, y la crítica en este sentido puede ser muy útil. Como dice el dicho: “más vale poner una vez colorado que ciento amarillo”. Cuanto antes aprendamos de nuestros errores, antes podremos integrar las soluciones.

Sin embargo, si las críticas que recibimos no son razonables, son superfluas y se basan en indicios erróneos, piensa que no existe una relación directa entre ese criterio y quién eres tú de verdad, y esa condición debería bastar para no tomarte la crítica en serio, y por tanto para lograr que no te afecte.

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Marca los límites

Si te sientes escrutada, vigilada y corregida de forma contínua por alguien concreto y, además, consideras que sus críticas no son razonables y te hacen daño, afronta esta situación de frente y pon límite a quienes pretenden cohibir tu comportamiento con una crítica constante.

Los que ejercen la crítica sin límite y de forma arbitraria son, por lo general, personas que demuestran una actitud tóxica frente a los demás, y su crítica no es más que una forma de canalizar su baja autoestima e inseguridad que, haciendo mella en la autoestima de los demás, consigue ponerse por encima de quienes critican.

No permitas que cualquiera te critique, no admitas las críticas gratuitas y haz saber que un comentario te incomoda o es gratuito cuando así sea. Asegúrate de no resultar demasiado impulsiva cuando pongas freno a estas situaciones, pues podrías estar perdiéndote críticas constructivas por una excesiva sensibilidad. Pero, si sabes explicar de forma clara y cercana que no estás dispuesta a permitir las apreciaciones gratuitas o mal enfocadas, conseguirás que te respeten.

Uno de los procesos más peligrosos de las críticas es que pueden acabar cambiando nuestra propia percepción de quiénes somos. Si siempre recibimos el comentario de que no sabemos hacer algo, puede que acabemos dándonos por vencidas y dejemos de intentarlo. Además, las críticas también generan un sentimiento general que concede credibilidad a aquello que se dice muy a menudo y con convicción. Por tanto, vigila también cómo erradicar las críticas que se te hacen en público cuando no estás de acuerdo, y busca la forma de que las constructivas te lleguen de forma personal y en privado.

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