La mayoría de las personas pueden comer una gran variedad de alimentos sin problemas. No obstante, en un pequeño porcentaje de la población hay determinados alimentos o componentes de alimentos que pueden provocar reacciones adversas, que pueden ser desde pequeñas erupciones hasta reacciones alérgicas graves. Estas personas pueden sufrir intolerancias o alergias alimentarias. La diferencia entre unas y otras es la mediación del sistema inmunológico y cómo afectan al aparato digestivo.
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En las alergias, un alérgeno (proteína del alimento causante, que en la mayoría de la gente no produce reacciones adversas) provoca una serie de reacciones en cadena en el sistema inmunológico, entre ellas la producción de anticuerpos. Estos segregan sustancias químicas, como la histamina, que produce picor, moqueo, tos o trastornos respiratorios. Las intolerancias, por su parte, afectan al metabolismo. Por ejemplo, la intolerancia a la lactosa se produce por la carencia de una enzima, la lactasa, que descompone el azúcar de la leche. Al carecer de esta, el organismo no digiere bien los alimentos ricos en lactosa y se producen los síntomas digestivos que acaban dañando la mucosa. La nutricionista y colaboradora de ¡HOLA!, Marta Lorenzo, nos explica cómo podemos recuperarnos si la sufrimos.
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¿Cómo nos afectan las intolerancias alimenticias?
Los síntomas de padecer intolerancias a los alimentos suelen ser hinchazón abdominal, malestar, digestiones pesadas, gases. También pueden impedir que absorbamos correctamente algunos nutrientes. Y, si seguimos consumiendo estos productos que nuestro organismo no digiere correctamente, nuestro aparato digestivo se acaba resintiendo, la mucosa se daña, al igual que la flora intestinal y todo ello aumenta el riesgo de sufrir problemas como:
- Déficit nutricional. Disminución de la capacidad de absorción de nutrientes, lo que puede causar déficits nutricionales
- Mayor exposición a tóxicos. Al dañarse la mucosa que recubre el interior de nuestro aparato digestivo, desaparece una barrera protectora que nos protege de los posibles tóxicos que entran en nuestro organismo.
Por ello, si asociamos nuestro malestar intestinal con el consumo de ciertos alimentos, es fundamental que se lo comentemos a nuestro médico para que nos realice las pruebas necesarias. Una vez nos lo confirmen, es importante recuperar nuestro aparato digestivo, principalmente, a nivel intestinal, para restablecer la mucosa y la flora intestinal, ese conjunto de microorganismos 'amigos' que nos protegen de sufrir otras enfermedades.
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¿Cómo podemos recuperarla y volver a la normalidad?
Las intolerancias alimenticias producen alteraciones en el tránsito intestinal que suelen traducirse en diarreas frecuentes, así como el malestar que producen hay que realizar una serie de cambios en los hábitos dietéticos. Algunos de ellos son:
- Eliminar totalmente el alimento o nutriente que nos produce la intolerancia para dejar de sufrir malestar o dolor. Es muy importante informarse correctamente sobre los posibles alimentos que puedan contenerlo, siendo muy recomendable aprender a leer correctamente las etiquetas de los alimentos.
- Reducir la fibra por unos días, es decir, realizar una dieta astringente para cortar las diarreas. Pasados unos días, se irá incorporando poco a poco, dejando para el final los alimentos como las crucíferas (brócoli, repollo o coliflor) y legumbres. Asimismo, conviene comer las verduras con otro alimento, por ejemplo, arroz.
- La primera semana debemos intentar eliminar de la dieta la grasa y la lactosa, aunque no nos produzca intolerancia, ya que mientras la mucosa y las microvellosidades intestinales estén dañadas va a existir un problema de absorción, causando dolor, flatulencia y diarrea. La segunda semana se pueden volver a consumir alimentos que contengan estos nutrientes, pero poco a poco.
- Por último, según qué casos y la gravedad de los mismos, puede ser recomendable la suplementación de vitaminas y minerales.