Tener piedras en la vesícula es uno de los trastornos más frecuentes en la población. A pesar de no tratarse de un problema grave, en ocasiones sí puede dar molestias. En determinados casos, una de estas piedras puede obstruir las vías biliares y producir dolor abdominal, fiebre, náuseas y vómitos, picazón e ictericia (color amarillento de la piel). En estos casos, el especialista determinará si es necesario operar la vesícula. Antes de explicarte en qué consiste este tipo de operación y si deberás llevar una dieta determinada tras ella, vamos a ver qué funciones tiene este órgano, esencial para la digestión y absorción de los nutrientes, y que suele pasarnos desapercibido hasta que sufrimos algún problema.
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Funciones de la vesícula
“La vesícula biliar tiene forma de pera, se encuentra en contacto con la superficie inferior del hígado y actúa almacenando la bilis que es producida por las células hepáticas. Esta función de almacenamiento permite que la bilis no se vierta directamente al intestino, haciéndose de una forma regulada”, explica el doctor José Luis Porrero, director de la Unidad de Cirugía General y Aparato Digestivo de Vithas Internacional.
La llegada de alimento al intestino origina la liberación de una hormona llamada colecistoquinina, que actúa contrayendo la vesícula y expulsando contenido biliar al intestino. La bilis, una vez en el intestino, actúa sobre las grasas y vitaminas liposolubles emulsionándolas, lo que permite que se absorban y pasen al torrente sanguíneo.
“La enfermedad más frecuente de la vesícula biliar es la aparición de cálculos, lo que se conoce como colelitiasis”, indica el especialista. Algunos pacientes también pueden desarrollar pólipos en la vesícula que, cuando exceden de un centímetro, se recomienda operar por el riesgo de que se puedan malignizar con el paso del tiempo. Sin embargo, “la aparición de un cáncer de vesícula es algo poco frecuente”, afirma el doctor José Luis Porrero.
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Cómo sé si tengo piedras en la vesícula
Las piedras en la vesícula no siempre dan síntomas. De hecho, una persona puede tenerlas, no ser consciente de ello, y descubrirlo en una exploración por otra causa. También es posible que las señales sean muy inespecíficas, por ejemplo, digestiones pesadas o mala tolerancia a los alimentos grasos.
Pero cuando dan la cara, pueden hacerlo de forma repentina y abrupta. “Lo más frecuente es que aparezca un cólico hepático, que son dolores intensos en la parte alta y derecha del abdomen, por debajo de las costillas”, explica el experto en aparato digestivo. El dolor puede irradiarse a la espalda o la paletilla. Cuando la vesícula se inflama suele acompañarse de fiebre y alteraciones en los análisis. “En estos casos en hablamos de colecistitis”, añade.
En algunas ocasiones, la primera manifestación clínica de un paciente con cálculos en la vesícula puede ser una pancreatitis. “Esto ocurre porque algunos de los cálculos salen de la vesícula y se alojan en el conducto biliar los pacientes, además del dolor, se ponen amarillos (ictericia)”, aclara el experto.
¿Voy a tener que operarme de la vesícula?
Según explica el doctor José Luis Porrero, actualmente, las recomendaciones de las asociaciones científicas es no intervenir quirúrgicamente si no hay síntomas. Si estos aparecen, sí se tendrá que quitar la vesícula siempre y cuando el riesgo anestésico no sea muy elevado. Así pues, en pacientes con historia de cólicos hepáticos, pancreatitis, cálculos en la vía biliar, pólipos de más de 1 cm, la extirpación de la vesícula (colecistectomía laparoscópica) está indicada.
Este tipo de cirugía no suele realizarse de forma urgente y se puede programar. Por lo que el médico dará las instrucciones necesarias al paciente. Ahora bien, si hay una inflamación de la vesícula y ésta no responde al tratamiento antibiótico en 48 horas, puede ser necesaria una cirugía de urgencia. También en casos de sospecha de peritonitis biliar por perforación de la vesícula”, añade el especialista.
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¿Voy a poder hacer ‘vida normal’?
La mayoría de pacientes a los que se les ha quitado la vesícula pueden llevar una vida absolutamente normal e, incluso, después de la extirpación son capaces de tomar determinados alimentos que antes les sentaban mal.
Sin embargo, algunas pueden desarrollar deposiciones líquidas y frecuentes. En la mayoría de los casos, esta diarrea no dura más de unas pocas semanas o meses.
En cuanto al tipo de alimentación tras una operación de vesícula, tampoco hay que seguir ninguna dieta especial. “Se puede comer de todo, aunque habrá pacientes que experimenten el mismo malestar cuando coman determinados alimentos. En esos casos, lo aconsejable es que los eviten”, aconseja el doctor José Luis Porrero.
Si hay deposiciones sueltas o diarrea, se pueden seguir los siguientes consejos: ,
- Moderar el consumo de grasas.
- Aumentar la fibra de la dieta.
- Comer menos cantidad y con más frecuencia.
- Moderar los alimentos que lleven cafeína, lácteos y dulces.
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