Claves para cambiar de país y hacerte más resiliente

Cuando dejamos todo lo que nos es familiar y viajamos a otro país podemos llegar a vivir situaciones que nos generen ansiedad y confusión

por Cristina Soria

Cambiar de casa suele ser una de los motivos más habituales para sentir estrés. Sin embargo, cuando cambiamos de país los síntomas se agudizan porque, aunque generalmente es una decisión voluntaria y buscada, eso no evita que haya momentos de flaqueza en los que dudemos de si estamos haciendo lo correcto y de si seremos capaces de adaptarnos.

Dudar es humano, pero no conduce a nada

Cuando damos un paso tan importante como cambiar de país, estamos ante una decisión lo suficientemente osada que necesita que la sostengas con optimismo y esperanza. No valen la medias tintas cuando vamos a atravesar cientos o miles de kilómetros y cambiar completamente de entorno. Por eso, tu peor enemigo es la indecisión.

Darle alas a reconsiderar si haces lo mejor para ti es algo que sólo debería ocuparte en el momento de tomar la decisión. Y, una vez tomada, lo más saludable es no frenar ni para coger impulso. La clave de la resiliencia cuando cambiamos de país es sumergirte en esta nueva cultura sin mirar atrás, como si fuera a ser para siempre. 

Todas las reservas que guardes durante este proceso no te permitirán profundizar de forma integral en tu nueva situación, y harán que todo sea más difícil. Piensa que tus dudas sobre la decisión que has tomado son piedras en la mochila, no sirven de nada, y pesan demasiado.

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Disfrútalo y déjate sorprender

Cuando emigras debes sumergirte en un buen número de costumbres nuevas, pues si ya dentro de tu propio país cada ciudad es distinta, cambiar de país a veces resulta una experiencia de choque. 

No te preocupes si al principio sientes ansiedad y añoranza a tu país, es completamente normal. Cuando cambiamos de cultura vivimos un duelo en el que todo lo que hemos aprendido como “normal”, deja de estar ahí para arroparnos, y ni siquiera los sabores son los mismos, ni la forma de conversar, el tipo de humor cambia, y la fisionomía de las calles también se hace distinta.

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Podemos vivir una etapa inicial donde socializar se hace difícil, pero en ocasiones esa desconexión social no llega al principio, sino que representa un bache tras la euforia del cambio, justo cuando quienes nos rodean en el nuevo país bajan la guardia o tú te relajas.

Es razonable vivir un momento de bache, o al llegar o al poco tiempo, una sensación anímica que casi se asemeja al duelo, de que algo importante nos falta, y nos sentimos confundidos y desorientados. Esto es muy normal, ten en cuenta que cada país tiene una melodía de vida, unos ritmos culturales, una musicalidad en el habla… y todo eso cambia cuando vas a uno nuevo.

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Piensa que nada es “normal”

Lo que hace que algo sea normal es que tú lo consideres así, y la realidad que vives en un nuevo país es plenamente normal para el resto de personas que te rodean, y el hecho de que tú lo veas ajeno puede ser uno de los motivos que te generen estrés, pues percibir que vas a contracorriente y que identificas muy evidentemente lo que no te es familiar, es un círculo vicioso. Cuanto más dificultad muestres para relacionarte con tu nuevo país, más estrés y ansiedad sentirás, y más difícil es todo.

Tómate tu tiempo, piensa que nada es normal ni anormal, sino que todo lo que hoy nos parece complicado se convertirá en tu rutina más común cuando hayas permitido que el tiempo lo ponga todo en su sitio. No tengas prisa, pues cuando menos te lo esperes, serás uno más y llamarás hogar a aquel país en el que estás.

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