Medio ambiente

Es posible que dentro de tu casa haya más contaminación que en la calle

Cada vez que abres tu perfume o friegas los platos con jabón, entras en contacto con productos químicos de los que ni los fabricantes ni la normativa conocen todos los efectos que pueden tener sobre la salud.

por Cristina Soria

La contaminación de la ciudad no solo la producen los coches, también la metemos nosotros en nuestra propia casa, de forma voluntaria. Porque sin ser conscientes, hacemos que nuestros hogares contengan partículas en suspensión y compuestos tóxicos que pueden afectar negativamente a nuestra salud.

Según un estudio de la Universidad de Colorado, en Estados Unidos, los productos de limpieza que utilizamos en el hogar generan un nivel significativo de contaminación química, de tal forma que esta supera, al parecer, a la contaminación que ya existe de por sí en el exterior de nuestra casa.

Cuando nos lavamos la cabeza con champú, cuando rociamos perfume sobre nosotros o cuando limpiamos el suelo de la cocina con un producto de limpieza con olor a limpio, estamos expulsando a nuestro hogar más de 3.000 sustancias químicas, y muchas de ellas están bajo la lupa de los investigadores porque se sospecha que pueden producir enfermedades de la piel, del aparato respiratorio e incluso ser cancerígenas. Según este estudio, 700 de estos químicos representan un problema serio para la salud.

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Alfombras, moquetas y botellas de agua tienen en común el bisfenol

En España, hace mucho tiempo que los grupos ecologistas tratan de que se prohiban los productos con bisfenol, que es un compuesto orgánico que se utiliza en plásticos y que se ha descubierto que funciona como un disruptor endocrino. Y aunque está presente en botellas y demás objetos de plástico, también lo contienen las frutas que hayan sido fumigadas o las moquetas. De hecho, es el compuesto químico que hace que las moquetas rebajen su nivel de inflamabilidad. 

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Se ha descubierto que el bisfenol es capaz de alterar el equilibrio hormonal de los mamíferos e interrumpir algunos de los procesos que realizan estas hormonas, o hacer que sus respuestas sean superiores o inferiores a los niveles saludables.

Entre los efectos asociados al bisfenol se asocia la posibilidad de desarrollar infertilidad, además de problemas metabólicos y de crecimiento. Y más recientemente se ha determinado que esta sustancia química, por si fuera poco, también es cancerígena.

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Los bebés de mujeres embarazadas son los más vulnerables

Si existe un colectivo de riesgo son las mujeres embarazadas, pues estas sustancias llegan al feto y pueden alterar su desarrollo, afectando a su metabolismo y produciendo afecciones graves en órganos. Un estudio de Greenpeace analizaron los niveles de ftalatos que contenían  la sangre materna y el cordón umbilical de mujeres que habían dado a luz en los Países Bajos, y descubrieron una cantidad muy superior a la que según las normativas de contaminación aconsejan como límite.

Según el Departamento de Salud de Estados Unidos, se ha determinado que los ftalatos son potencialmente cancerígenos para el ser humano. Sin embargo, su utilización en la fabricación de juguetes infantiles no se ha prohibido por completo y todavía su uso es común. Las organizaciones ecologistas llevan mucho tiempo trabajando en conseguir su prohibición, sin embargo, la lista de tóxicos que siguen utilizándose de forma común en nuestro entorno sigue ascendiendo a millares.

La comunidad científica estima que el problema, además, no está solo en los químicos que se consideran tóxicos, sino en la forma en que interaccionan entre ellos. Pues no existen estudios clínicos de qué ocurre cuando se mezclan todos los compuestos orgánicos que ahora residen en nuestra casa, y mucho menos de cómo reacciona esa mezcla con los seres humanos.

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