Si no vas al gimnasio porque te da vergüenza, has de saber que no eres la única

Ir al gimnasio por primera vez puede darnos tanta vergüenza que es muy posible que abandones la idea. Pero resulta que este miedo es más habitual de lo que parece y lo mejor que podemos hacer es superarlo.

por Cristina Soria

Es normal que al hacernos mayores creamos que ya lo hemos vivido todo (o casi todo), pero por suerte la vida no es así y está llena de primeras veces. Y una de ellas es ir al gimnasio, algo que muchas personas desean hacer porque son conscientes de los beneficios que tiene para nuestro bienestar, tanto físico como mental. Pero lo cierto es que hay más gente de la que piensas que no cumplirá con el objetivo de entrenar en un gimnasio por una razón tan común como tener vergüenza a ir.

El sentimiento de vergüenza es una pescadilla que se muerde la cola, porque es algo que también da vergüenza admitir que nos ocurre, lo que nos lleva a engrandecerlo en lugar de a resolverlo. Lo más habitual al ir por primera vez a un gimnasio es que nos sintamos un poco desconcertados ante el nuevo espacio y la cantidad de máquinas que suele haber. 

Lo esperable es que en tu primer día haya un monitor contigo que te paute una serie de ejercicios y que te explique cómo realizarlos correctamente. Pero también es lo esperable que lo haga delante del resto de personas que están entrenando cerca de ti y que se mueven por la sala como auténticos nativos de gimnasio. Y, además, lo insólito sería que tú comenzaras a entrenar, si es tu primera vez, sin cometer ningún error y con una actitud completamente natural. Así que libérate de cualquier complejo y piensa en lo que te beneficia cada día que sumas practicando deporte.

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La obesidad, una de las principales causas de la vergüenza a la hora de ir al gym

Esto es, una vez más, la pescadilla que se muerde la cola. A pocas personas les beneficia tanto ir al gimnasio como a aquellas que tienen sobrepeso, ya que necesitan practicar ejercicio físico de manera habitual para alcanzar un peso saludable. 

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Sin embargo, hay estudios que confirman que la vergüenza que siente una persona con exceso de peso al sentirse que expone su físico ante otras personas, que por lo general parecen estar en forma, hace que abandone la idea de ir al gimnasio. Y es que la presión social y los prejuicios, propios y ajenos, acerca de nuestro aspecto físico pueden evitar que hagamos lo que realmente es bueno para nosotros y nuestra salud, como es el caso de entrenar en un gimnasio.

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Pero como no podemos permitir que nuestros propios temores nos impidan mejorar nuestra calidad de vida lo mejor que podemos hacer es sobreponernos a ellos. Para empezar, hay una verdad que no podemos olvidar, y es que ningún cuerpo fit, definido y musculado que encontremos en el gimnasio fue siempre así. Más allá de las predisposiciones genéticas a tener un determinado peso o una determinada musculatura, los cuerpos que más admiramos en las salas de entrenamiento llevan mucho tiempo trabajando para lucir así.

Esto quiere decir que son personas que han realizado un esfuerzo, que han visto cómo mejoraba su cuerpo por dentro y por fuera, y que sabrán valorar lo que te ha supuesto llegar hasta allí y la importancia que tiene el hecho de que haciendo ejercicio puedas cuidar de ti.

En cuanto a una misma, es fundamental no olvidar en ningún momento que los complejos solo están en nuestra mente, no en la los demás, y que podemos superar el difícil comienzo con paciencia y constancia: habla con la gente, cómprate ropa deportiva que te haga sentir bien, y piensa que cada día que vas a entrenar la gran vencedora eres tú (y tu salud, y tu autoestima…)

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