Imagen corporal y autoestima: así me veo y así me afecta
La manera en que nos vemos a nosotros mismos a nivel físico es uno de los mayores condicionantes del llamado autoconcepto. Un asunto en el que entra en juego lo corporal, pero también lo psicológico.
La imagen corporal es algo muy complejo, mucho más de lo que, a priori, pueda parecer. Es un concepto en el que, por supuesto, es relevante la percepción física, pero también está condicionada por aspectos emocionales, cognitivos o de conducta. Cómo somos y cómo nos vemos no tienen por qué coincidir y el concepto que tengamos de nosotros mismos es algo que afecta de forma directa a nuestra autoestima.
¿Cuántas veces has notado que has subido un poco de peso y eso te ha afectado en el ánimo? Seguro que en más de una ocasión. Y es que, cierto es, aceptar nuestro cuerpo es un factor determinante para sentirnos bien. El problema es que un pequeño cambio en la báscula puede acabar por desencadenar actitudes y comportamiento tóxicos. La ropa no te sienta igual y entras en un bucle en el que dejas de arreglarte, optas por opciones cómodas y crecen las inseguridades, dejando de proyectar tu verdadero 'yo'.
Aceptarse, quererse y cuidarse
Más allá del peso, la constitución o la tendencia, lo importante es aceptar tu cuerpo y quererlo. No solo te hará sentir mejor en ‘tu piel’ sino que es el punto de partida para evitar que tu autoestima caiga en picado, pues el paso del tiempo implica inevitables cambios mucho más visibles que cuatro kilos de más. Quererse y cuidarse, a través de una alimentación saludable, actividad física o disciplinas que combinan el trabajo de cuerpo y mente, como yoga o pilates, hará que veas tu cuerpo de un modo mucho menos exigente. No se trata de ser esclava de tu cuerpo, sino de entenderlo como un precioso motor que hay que mimar. Desde esa perspectiva, todo cambia.
El peligro de los modelos estéticos
Sin embargo, no es sencillo mantenerse en ese espacio de aceptación y cuidado cuando vivimos en una sociedad de estereotipos corporales. Pasarelas con modelos excesivamente delgadas, campañas de publicidad cinceladas a golpe de retoque fotográfico o sobreexposición a idílicas imágenes de influencers en nuestras redes sociales son algunos de los factores que han dibujado lo que, de forma generalizada, se acepta como bello y lo que no. Una buena noticia al respecto es el movimiento body positive, que pone en valor la belleza natural sin aditivos ni cánones; una corriente que cada día tiene más voz, que se extiende por el universo 2.0 y que ya ha tenido su reflejo hasta en Semanas Internacionales de la Moda, como es el caso de Rihanna y los cuerpos reales de sus desfiles de lencería bajo su firma Savage x Fenty en pro de la diversidad.
Adolescencia: una etapa clave para el autoconcepto físico
Si bien cómo nos vemos es algo que nos afecta a lo largo de toda la vida, la etapa adolescente es especialmente sensible a la imagen corporal. A todos los agentes externos condicionantes mencionados, como la publicidad, la información o las redes sociales, se unen dos más significativamente relevantes: el entorno familiar y el círculo de amistades. Ambos pueden provocar o evitar que un/a joven que no se encuentre del todo a gusto con su cuerpo acabe cayendo en un caso extremo de trastorno alimenticio. La mejor prevención es la educación, por lo que trasladar hábitos saludables y el respeto al cuerpo es el mejor de los métodos para que, desde las etapas más tempranas, se trabaje en esta indisoluble relación entre cuerpo y autoestima.