Situaciones frecuentes que pueden hacer que tu cerebro se modifique
Si crees que tu cerebro es igual desde que naciste y que se mantiene de la misma forma hagas lo que hagas, te equivocas, pues las decisiones y los hábitos que experimentas hacen que tu cerebro cambie su morfología y que las actividades que realizas dejen huella en su estructura.
De esta manera, si cuidas tu intelecto, estás puliendo ese diamante en bruto que reposa en tu cabeza. Pero si tus rutinas maltratan tu mente y no le permiten cuidarse, esto también influye de forma negativa en tu cerebro y hace que se atrofie y que no pueda desarrollarse en la plenitud de sus posibilidades.
Aprender ejercita el cerebro
Aunque el cerebro es un órgano, en este sentido se comporta como un músculo. Pues cuanto más se ejercita, más vigor adquiere y más sano está para seguir afrontando retos. De esta forma, cada vez que aprendemos cosas nuevas, nuestro cerebro está modificando su estructura, porque está generando conexiones neuronales que enlazan ideas, conceptos y recursos dentro de nuestra mente.
Estos conocimientos “labran” senderos en nuestro cerebro, en forma de impulsos nerviosos que viajan a gran velocidad entre distintas áreas del cerebro; de esta forma se incrementa la actividad neuronal, y se asientan conexiones que antes no existían. A este proceso se le denomina “mielinización”, y tiene su época de ebullición principal en la infancia, cuando en muy poco tiempo somos capaces de generar un conocimiento inmenso, tanto de datos como de facultades: memorizamos, aprendemos a leer, a realizar cálculos matemáticos…
De la misma manera, una investigación realizada por la Universidad Empory, en Atlanta, ha determinado que cuando leemos novelas, estamos generando un cambio en nuestro cerebro, porque estamos “visualizando” un mundo imaginario y transitando por él, y de esta manera el cerebro se entrena en un tipo de percepción “virtual” que hace que su morfología cambie al entrenarse.
Estas cuestiones evidencian que una mente que piensa, que busca respuestas, que imagina y que se sumerge en mundos literarios, es un cerebro que está en continuo crecimiento, mejorando, entrenándose y cogiendo “músculo”.
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El dolor también cambia nuestro cerebro
Cuando padecemos dolor en nuestro organismo, todos los receptores nerviosos se adaptan a esa situación. El dolor crónico sería imposible de sobrellevar si el propio cuerpo no amortiguara esa situación con una evasión mental. Soportar el dolor es un mecanismo de protección del cerebro que, llevado al extremo cuando es un dolor reiterado y duradero, hace que nuestro cerebro también cambie, adaptándose a esa situación. En este caso no se trata de una mejora fruto del “entrenamiento”, sino de una adaptación para sobrevivir, sobrellevando el dolor.
Este hecho está refutado por un estudio de la Universidad de Northwestern, en Estados Unidos, que llegó a la conclusión de que si padecemos un dolor continuo durante más de seis meses, nuestro cerebro empieza a protegerse de él realizando cambios en su propia estructura para evitar sentirlo.
Los cambios en el cerebro provocados por el dolor se localizan en el hipocampo, que es precisamente una zona donde se encuentran los recuerdos y el aprendizaje, y que parece ser una de las áreas cerebrales que mejor se moldean cuando el organismo determina que hay que generar una barrera de defensa “mental”. De esta forma, el cerebro se está protegiendo, obviando emociones, sensaciones y sensibilidades.
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Dormir y meditar, son como organizar el armario
Cuando dormimos, todas las noches y sin excepción, se produce en nuestro cerebro un proceso de acopio de información en el que revisionamos todo lo que hemos experimentado durante el día, se evalúa su importancia y se almacena en nuestra memoria. Y aunque este proceso mental podría dar sentido a los sueños que vivimos durante la noche, lo cierto es que se ha demostrado que cuando aprendemos algo, la posibilidad de sacarle partido se dispara cuando hemos dormido bien la noche siguiente y nuestra mente ha tenido la oportunidad de “tomar nota”.
Un estudio de la Facultad de Medicina de Harvard, en Estados Unidos, comprobó como si durante varias noches dormimos menos de cuatro horas, estamos atrofiando el funcionamiento del cerebro, y matando neuronas. Con el sueño se generan mecanismos de control de nuestras emociones, estamos alimentando nuestro cerebro y dotándole de las herramientas para ser más optimista y tolerante.
De la misma manera, otro estudio del Hospital General de Massachusetts, en Estados Unidos, reflejó que media hora diaria de meditación durante ocho semanas es suficiente para identificar cambios sustanciales en nuestro cerebro. Según las pruebas, la meditación mejora la densidad de la materia gris de hipocampo.
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