La 'resiliencia' es la palabra de moda. Esta capacidad, la de adaptarnos y superar los golpes que nos depara la vida, se ha consagrado como uno de los grandes secretos para alcanzar la felicidad. Sin embargo, ser una persona resiliente no es sencillo y no puede explicarse de forma simple desde un único concepto, sino que se debe a la suma de varias características. Entre ellas, destaca una fundamental: la aceptación.
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¿Qué es la aceptación?
La aceptación es el primer paso para ser resiliente y una de las pocas soluciones para que nuestro bienestar emocional no se vea excesivamente alterado ante un cambio inesperado. En ocasiones, las cosas no son como uno espera. Luchar en contra de una realidad inamovible que no está en nuestra mano cambiar, que ha podida ocurrir por culpa de una tercera persona o por una determinada circunstancia, será un gasto inútil de energía que puede acabar haciéndonos daño. Es decir, no podemos lograr que una situación que nos desagrada desaparezca, pero sí podemos controlar cuánto tiempo vamos a resistirnos a ella y, por lo tanto, cuánto tiempo vamos a sufrir. Se debe aprender a comprender las cosas en su plenitud, tanto con sus pros como con sus contras, y seguir hacia adelante.
Si por algo destacan las personas resilientes es precisamente por no tirar la toalla. Solo desde la aceptación se puede tolerar el problema y continuar sin estancarse. La clave está en aprender a aceptar lo que no depende de nosotros. Eso sí, este término puede confundirse con la resignación o el conformismo. Sin embargo, mientras el camino de la aceptación aporta paz y felicidad, el de la resignación da malestar y sufrimiento.
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¿Cómo promover la aceptación?
Lo primero (y más importante) es el autoconocimiento. Debemos realizar un profundo y sincero análisis sobre nuestras capacidades, limitaciones, virtudes y defectos para poder identificar qué debemos ‘modificar’. También hay que aprender a ser paciente y darse tiempo para asumir la situación de una forma positiva y realista. No apresurarse en obtener una respuesta inmediata.
Adoptar una actitud más tolerante, superar la frustración, ajustar las expectativas a la realidad y practicar el perdón son otras de las acciones que nos ayudarán a aceptar los contratiempos que nos puedan suceder. En definitiva, se trata de aceptar la parte injusta de la vida con la actitud más positiva posible para evitar daños.
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Otras características de las personas resilientes
La aceptación no es la única capacidad necesaria para ser una persona resiliente. La gente capaz de superar obstáculos debe enfocarse más en las soluciones que en los problemas, algo a lo que la inmensa mayoría tiene que enfrentarse cada día. Una persona resiliente es aquella que observa los problemas como algo natural, a lo que hay que dar solución, sin más agobio y sin tintes dramáticos.
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