Cuando comenzamos a hacer deporte uno de los mayores miedos es padecer las temidas y desagradables agujetas, ese dolor muscular que puede ir desde una ligera molestia hasta un dolor difícil de soportar. Pero las agujetas van ligadas en cierta medida al ejercicio físico, especialmente si estamos empezando a practicarlo, o si hemos comenzado a prestar atención a un grupo muscular nuevo que teníamos olvidado.
Las agujetas son, según los estudios más recientes, son microrroturas musculares producidas durante la práctica deportiva. Es completamente normal que aparezcan, ya que es la respuesta de nuestro cuerpo al esfuerzo que le hemos pedido y al que no está acostumbrado. Suelen aparecer entre las 12 y 24 horas siguientes al ejercicio, y pueden durar hasta 72 horas.
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Cómo evitar las agujetas
Olvídate del clásico consejo basado en tomar “agua con azúcar”; evitar las agujetas no resulta tan sencillo cuando comenzamos a un nuevo entrenamiento. Pero sí puedes hacer que sean lo menos molestas posibles si seguimos unas sencillas pautas.
No te saltes el calentamiento, tus músculos y articulaciones no pueden empezar a realizar el entrenamiento desde cero. Dedica un tiempo prudencial (basta con 5 minutos) al inicio para moverlos y permitir que entren en calor. Así estarán más y mejor preparados para realizar el esfuerzo que tienen por delante.
Que hayas calentado no quiere decir que puedes comenzar a ejercitarte buscando el máximo rendimiento desde el primer momento. Es mejor realizar una progresión que evite un sobreesfuerzo excesivo que aumente las posibilidades de sufrir agujetas o, incluso, una lesión.
Al terminar, no olvides hacer los estiramientos necesarios para evitar al máximo la aparición de agujetas. Los músculos que han trabajado lo necesitas, aunque esta suele ser una de las partes del ejercicio a la que se le presta menos atención.
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Cómo las puedes aliviar
Una vez que han aparecido, las agujetas pueden durar varios días, pero podemos aliviar las molestias que causan de diferentes maneras. Algo muy sencillo, pero no por ello menos importante, es asegurarnos un buen descanso; dormir 8 horas ayudarán a tus músculos a regenerarse, así que no escatimes el tiempo de sueño, porque todo tu cuerpo necesita que descanses.
Cuando entres en la ducha, aprovecha para alternar el agua fría y caliente por el cuerpo, acabando siempre con el agua fría. El procedimiento es el mismo que cuando visitas un spa: tras la sauna, la recomendación es darte una ducha fría. El objetivo es reducir el dolor gracias a la activación de la circulación. También puedes darte un baño con una cucharadita de sales Epsom, que ayudarán a que se relaje la musculatura, gracias a su contenido en magnesio.
Y hablando del magnesio, es muy importante que, además de cuidar tu dieta en general, incluyas en ella alimentos ricos en este mineral. El plátano es el más popular a la hora de hablar de alimentos ricos en magnesio, pero hay otros muchos que podrán ayudarte a superar las agujetas igual o mejor que él, como las almendras, las semillas de calabaza, los higos, el aguacate, el chocolate negro, las acelgas, las espinacas, el yogur natural o las alubias.
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