Si tienes fotos de tus vacaciones, es que las has disfrutado
Hacer fotos cuando estás de vacaciones podría verse como una demostración más de que estamos más atentos al móvil que a disfrutar. Sin embargo, un reciente estudio ha determinado que esto no es así.
Vivimos ya en un mundo que hace años habría sido catalogado como de ciencia ficción, en el que cada detalle de nuestra vida que nos gusta podemos compartirlo con todos nuestros amigos en tiempo real, y recibir comentarios al respecto. Pero no solo eso, sino que cuando queremos recordar buenos momentos podemos echar la vista atrás en nuestras propias redes sociales para rememorar las mejores instantáneas.
Esto, que se ha definido como un excesivo ensimismamiento en hacer fotos y que tal vez nos está distrayendo de lo realmente importante, que es vivir la vida, puede ser una cuestión que admita muchos matices y formas de entenderlo. Como todo en esta vida, el término medio es lo más importante. ¿Haciendo fotos en vacaciones las estamos aprovechando o limitando? Parece que la respuesta no es tan evidente.
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La Gioconda nos puede describir el extremo
Si los ojos de la Mona Lisa pudieran vernos, y su boca hablarnos, diría que los humanos del siglo XXI hemos perdido el norte. Lo que se vive en el Museo del Louvre cuando visitas la obra de Leonardo da Vinci es una masa de personas agolpadas con su móvil en la mano, fotografiando una y mil veces esta maravillosa obra del Renacimiento.
Sin embargo, pocos la observan con sus propios ojos; no es común ver a personas admirando los trazos y buscando cómo la mirada y la sonrisa de la Gioconda parecen seguirnos por la habitación con su actitud pícara. Todos la miran a través de la pantalla, como si no pudieran verla en directo y estuvieran viendo un documental, para captar esta instantánea y “cazar” una prueba de que estuvieron allí. Haz la foto, guarda el recuerdo, pero no te pierdas el placer de disfrutar de esa obra de arte sin un objetivo de por medio.
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Playa y relax, buenos amigos de las fotos
Sin embargo, existen otras fotografías de vacaciones, las que retratan nuestro estado de ánimo, la luz que percibimos de forma única en un día de tranquilidad, y las vivencias placenteras que nos alimentan para coger energías y volver a la rutina del trabajo y aguantar hasta las siguientes vacaciones.
Así lo demuestra un estudio de la Universidad de Texas, en Estados Unidos, que ha realizado una investigacón con más de 700 personas de seis países, entre ellos España. El equipo de investigadores ha llegado a la conclusión de que cuando fotografiamos nuestras vacaciones estamos alargando su efecto, porque capturamos un estado de ánimo del que podremos sacar provecho durante más tiempo. Eso ocurre porque las fotos nos hacen ser conscientes de los detalles, porque al hacerlas agudizamos nuestra visión, y porque luego, al compartirlas, las examinamos con espíritu crítico.
Esto hace que un instante de felicidad sea valorado doblemente, tanto en el momento de producirse, como después al revivirlo. Y ese es el objetivo de las vacaciones, crear momentos únicos de placer y descanso.
Este estudio también determinó que entre todas las redes sociales para compartir fotos de vacaciones, Instagram aporta un 24% más de probabilidades de que los recuerdos que publicamos allí haga que recordemos de forma más nítida aquellos instantes, haciéndolos más duraderos.
Este estudio ha llegado a otras conclusiones interesantes y muy curiosas, como que el lugar de vacaciones que resulta más fácil de recordar para nuestro cerebro es la montaña, y los que menos se recuerdan son los destinos urbanos. Según el estudio, la naturaleza que encontramos en paisajes montañosos centra nuestra atención en cuestiones concretas, mientras nos da la oportunidad de pasear, desestresarnos y aliviar la tensión. Por el contrario, los ambientes urbanos presentan una multitud de estímulos ante los que nuestro cerebro no puede atender por igual, y generalmente se vive con mayor estrés y cansancio.
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