El estrés es un enemigo de nuestro bienestar, y repercute de manera directa en nuestra salud. Cuando se instala en nuestra vida, el estrés ataca a nuestro sistema digestivo haciéndole liberar cortisol y catecolaminas, unas hormonas que, cuando se producen en exceso, afectan al proceso digestivo. Por eso, cuando atravesamos una época de estrés, son más frecuentes las digestiones pesadas, los dolores abdominales, las flatulencias o los retortijones.
El aparato digestivo es capaz de producir bienestar
Así es, el tubo digestivo es el encargado de liberar la mayor parte de la serotonina que se produce en nuestro organismo. La serotonina es conocida como la “hormona de la felicidad o del bienestar”. Sabemos que un déficit de esta hormona afecta de manera directa a nuestro estado de ánimo, pudiendo hacernos sentir ansiedad y disminuyendo las posibilidades de experimentar la sensación de felicidad. Su carencia también dificulta el sueño ya que la melatonina requiere de la serotonina para producirse.
En lo que se refiere a nuestro aparato digestivo, es la responsable de que tengamos sensación de saciedad (por eso el estrés aumenta el apetito), además de favorecer el tránsito intestinal. Las situaciones de estrés inhiben la producción de serotonina, algo que nos perjudica a todos los niveles, incluyendo todo lo relacionado con nuestra digestión.
Pero no se trata solo de molestias o de la posibilidad de sufrir ataques de hambre o estreñimiento. El estrés se asocia también a diversas patologías que afectan a nuestro aparato digestivo, como es el síndrome del colon irritable, distintos tipos de inflamación intestinal, úlceras gastroduodenales, reflujos esofágicos y ardor de estómago, entre otros. Sin olvidar que el sistema inmunitario también se ve afectado, y mucho, por los episodios continuados de estrés.
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La importancia de un estilo de vida saludable
El estrés diario tiene un doble efecto negativo sobre nuestro aparato digestivo. Por un lado están todos los problemas que acabamos de señalar, a consecuencia del déficit de serotonina y de cómo repercute sobre el sistema inmunitario. Por el otro lado está cómo un ritmo de vida acelerado perjudica a nuestra dieta y, por lo tanto, a nuestro aparato digestivo.
Si disponemos de poco tiempo para hacer la compra, y para pensar y elaborar menús saludables, lo esperable es que descuidemos nuestra alimentación o que no tengamos el suficiente control sobre ella. La comida rápida, los alimentos precocinados y demás ultraprocesados, la falta de regularidad en los horarios de las comidas, etc., son consecuencia del estrés diario, y tienen efectos negativos sobre aparato digestivo. Una alimentación descontrolada, a causa del estrés, nos llevará a padecer flatulencia, estreñimiento o distensión abdominal. Pero también afectará a nuestra salud en general, pudiendo llegar a padecer hipercolesterolemia, diabetes o hipertensión.
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Respira hondo y dedícale tiempo a tu alimentación
Si crees que tu estrés diario puede llegar a perjudicarte, por ejemplo, afectando directamente a tu salud digestiva, seguramente es el momento de parar y analizar la situación. Haz una revisión de tu ritmo de vida, y piensa de qué manera puedes hacerlo más relajado: quizás hay cosas que te están preocupando más de lo necesario y puedes empezar a relativizar su importancia; o puede que necesites encontrar más tiempo para ti y buscar algo de espacio para practicar meditación o yoga, disciplinas que te ayudarán a reducir el estrés.
En cuanto a la alimentación, no permitas que la falta de tiempo y el estrés te hagan descuidarla. Intenta mantener una dieta equilibrada, respeta los horarios de las comidas, mastica sin prisa y come alimentos que cuiden de ti y tu salud como frutas, verduras, legumbres, cereales integrales, carnes blancas y pescado. Elige el agua como tu principal bebida del día y reduce la ingesta de azúcar y de alimentos ultraprocesados.
Cuidando tu dieta, haciendo algo de ejercicio y disfrutando de tu tiempo libre, estarás manteniendo el estrés a raya y cuidando de tu aparato digestivo.
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