Esta casa convive rodeada de impresionantes icebergs, en una zona del planeta que en invierno permanece bajo unas temperaturas de entre -19ºC y -40ºC. En un ambiente tan duro para la vida humana se ha afrontado el reto de poner en pie una vivienda que minimice su impacto sobre la naturaleza y aproveche la energía y temperatura para resultar confortable y útil para una misión científica.
En la Isla de Disko, en Groenlandia, apenas viven un millar de personas, y la mayoría son científicos destacados en misiones de investigación sobre el ecosistema ártico. Entre ellos, un grupo de científicos de la Universidad de Copenhague, que precisan pasar allí todo el invierno para tomar muestras del entorno en una zona especialmente difícil para vivir, donde la caída de las temperaturas en invierno es muy drástica.
Hasta ahora, realizar una investigación diaria sobre el terreno en pleno invierno en esta zona del planeta resultaba imposible. Las bajas temperaturas hacían que los científicos sólo pudieran permanecer refugiados en la Estación Ártica, muy alejada del punto en el que estos investigadores necesitan asentarse.
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Un reto de emprendimiento
Así nació la Ariston Comfort Challenge, que se convirtió en un reto: conseguir diseñar una vivienda que térmicamente resultara confortable, ecológica y sostenible. Y hacerlo de forma que fuera posible edificarla sobre este terreno de forma eficiente y sin causar ningún impacto medioambiental sobre él. Esto aseguraría a los investigadores una base donde refugiarse en invierno y poder seguir con su trabajo.
El equipo de desarrollo fue seleccionado minuciosamente y estuvo compuesto por instaladores procedentes de Rusia, China e Italia. Una vez que los materiales fueron transportados hasta esta difícil zona de acceso, solo se utilizaron 20 días para su construcción. La casa dispone de dos salas térmicas para seis personas, además de una sala de estar, dormitorio y un baño completo.
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Impacto cero
Tal vez todas las casas deberían ser así. Esta tiene un impacto cero sobre el medio ambiente. Se trata de una edificación modular que busca la máxima eficiencia y sostenibilidad. Además, su diseño también resulta atractivo, y permite gracias a su planteamiento longitudinal que la vista panorámica del entorno pueda ser disfrutada por los investigadores cuando permanecen en su interior. Su amplio ventanal permite ver el increíble espectáculo de la naturaleza de la Isla de Disko.
La cubierta del edificio está diseñada para reducir todo lo posible el consumo de energía y mantener el máximo aislamiento para proteger a los científicos de las duras condiciones meteorológicas que se viven en el Ártico en invierno.
Que precisamente sea el Ártico la zona del planeta que vea asentarse este tipo de edificaciones, es una muestra de esperanza en que la tecnología y la arquitectura pueden aprovechar las condiciones más adversas y sacar de ellas una forma de que el ser humano pueda investigar sin necesidad de trastocar el medio ambiente.
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