Aprende a plantarle cara al estrés y vive libre de temores
Cuando vives con estrés, tu vida parece más gris y los problemas se hacen mayores, porque el propio estrés es ya de por sí un problema que se suma a todas las dificultades diarias. ¿Y si aprendiéramos a vivir sin esa sensación tan desagradable?
Sufrir estrés no es nada extraño, ni en sí mismo tiene por qué significar un problema. Es un indicador de que estamos adquiriendo muchas responsabilidades y también de que nuestra forma de canalizar la tensión que nos acarrean nos afecta en el ánimo. Sin embargo, pese a que el estrés es común y cuesta mucho encontrar a alguien que no lo sufra en su día a día, lo cierto es que es un estado emocional completamente innecesario.
Podríamos realizar todas nuestras labores sin estrés, porque su utilidad es nula. No está directamente relacionado con nuestro nivel de exigencia, ni de eficiencia, ni es un indicador de que nos tomemos la vida más o menos en serio. El estrés es un estado mental de cansancio, temor y ansiedad. Y si no lo controlamos, podemos padecer distintos trastornos, tanto físicos como mentales.
Estrés grave o ataques de estrés
Ante una mala noticia podemos sentir episodios de estrés que denominaremos como graves. Son aquellos que nos afectan físicamente y que nos evitan responder ante las dificultades con todos nuestros recursos intactos, sino todo lo contrario.
Una mala noticia puede afectarnos en nuestra sensación térmica, sentir de repente que hace frío, percibir cómo nos tiembla el pulso, nos cuesta articular las palabras, y nos duele la cabeza en puntos muy concretos y con un dolor intenso y doloroso. A veces estos síntomas de molestia se coronan con náuseas y dolor abdominal que pueden incluso llegar a producir vómitos.
A estas situaciones se les podría definir como ataques de ansiedad. Sin embargo, la línea que divide el estrés y la ansiedad es muy fina. Entendemos que es ansiedad cuando los ataques de estrés son continuados o este episodio concreto es tan profundo que se alarga por más de 24 horas.
Tomando como ejemplo un ataque de estrés como en el que estamos comentando, en ese preciso momento sólo puedes hacer una cosa, y es justo lo que te está pidiendo tu cuerpo: parar.
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Tu mente ha sufrido un duro golpe y lo ha hecho en muy poco tiempo. Este estrés llega por sorpresa, porque ocurre cuando una gota colma el vaso. Piensa en qué pasaría si te tomas un tiempo, una hora. En tu situación no vas a pensar con claridad ni vas a poder tomar decisiones certeras.
Tu cuerpo siente malestar y cada cosa que hagas va a infligir más dolor. Por tanto sal de este estado cuanto antes, busca salir incluso del espacio físico donde has vivido este ataque de estrés. Oxigénate, descansa, rodéate de personas fuera de este entorno. Y, sobre todo, ten en cuenta que puedes hacer un paréntesis, respirar, y volver a afrontar la causa de tu estrés cuando estés preparada.
Contra situaciones de estrés leve
El estrés es acumulativo. Un ataque grave no llega por sorpresa, sino que ese estrés nace dentro de ti poco a poco, como el símil del vaso que se va llenando de gotas hasta colmarse.
Por eso mismo, tanto si eres consciente de que puedes vivir estrés continuado o puntual, como si tu vida todavía no ha sido sorprendida por estos casos, luchar contra el estrés y prevenirlo es una tarea diaria.
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Pequeñas mejoras en tu vida que te harán luchar contra el estrés
Busca ser consciente de tus problemas y del estrés que pueden causarte. Puedes adelantarte a muchas situaciones que pueden desencadenar un episodio de estrés agudo si eres consciente de que algo pasa. En ese caso trata de atajar el problema antes de que se vuelva una bola. Esto hará que tus energías no se centren en cómo soportar una crisis, y se aprovechen día a día en cómo evitar que ocurra.
Además, puedes trabajar tu fortaleza ante el estrés cuidando tu cuerpo, porque cuando mejor esté tu cuerpo, mejor pensará tu mente. La elasticidad de los músculos también repercute en la flexibilidad de tu cerebro y emociones. Un cuerpo en forma, que trabaja su resistencia física y que siente vigor en sus pasos, es un organismo capaz de eliminar el estrés.
Descansa bien, porque cuanto más limpia esté tu mente, mejor pensará. Un cerebro agotado no tiene herramientas para defenderse de los conflictos del día a día, y es más fácil que caiga en trampas que le conduzcan a vivir situaciones de estrés. Dormir es el alimento de tu estabilidad emocional, no lo subestimes.
Potencia la alegría, piensa bien y acertarás. Porque solo existen dos formas de ver el mundo, en positivo o en negativo. En esta cuestión los términos medios, o grises, conducen al negro. Si extraes de tu forma de ver a los demás y a ti misma los sentimientos negativos, las críticas gratuitas y los malos pronósticos, probablemente aprendas a reirte más y mejor de la propia vida. Y a alguien que piensa en positivo, las crisis de estrés no tienen grietas por las que alcanzarle.
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