Para que el ejercicio físico sea efectivo es necesario que nos suponga un evidente esfuerzo. Para fortalecer nuestra musculatura, perder peso y potenciar los beneficios en glúteos y abdomen, si el ejercicio no supone un esfuerzo, no sirve de nada, por mucho tiempo que le dediquemos.
Precisamente la falta de esfuerzo es la base de los errores más comunes que se cometen a la hora de ejercitar nuestro cuerpo, y que son los culpables de que por mucho que entrenemos no lleguemos a ver grandes cambios en glúteos y vientre.
En la variedad está el esfuerzo
Hacer ejercicio supone un reto de superación continuo. Cuando damos con una dinámica de ejercicios que nos hacen sentir a gusto, porque hemos llegado a controlar nuestro nivel de resistencia, a veces estamos dando por sentado que repetir siempre este ejercicio al que nos hemos acostumbrado bastará para trabajar los glúteos. Sin embargo, esta apreciación es errónea.
Para que nuestro entrenamiento sea eficiente y dé resultados en zonas cruciales, como los glúteos o el vientre, debemos innovar y variar los ejercicios en cuanto nos acostumbremos a ellos. Porque nuestros músculos son flexibles, y la forma de ejercitarlos es incluir ejercicios que vayan en contra de su confort: cuanto más variados sean los pasos y más esfuerzo requieran, mejor resultado nos darán.
Por tanto, el objetivo es disponer siempre de dinámicas variadas que pongan a prueba nuestra resistencia y que supongan una superación continua. Para esto, no solo es recomendable variar los ejercicios, sino mantener a la vez una serie de disciplinas complementarias que en sí mismas supongan una evolución constante, y que a lo largo de la semana renueven nuestra zona de confort.
Si trabajas tus glúteos en el gimnasio o haciendo ejercicio en casa, puedes añadir un par de días a la semana de natación, fitboxing, zumba o tenis.
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Pon límite a las repeticiones
Cuando encontramos un ejercicio que no nos es especialmente difícil, podemos tener la tentación de ir aumentando las repeticiones con la idea de que aprovecharemos aún más sus beneficios. Sin embargo, esto constituye un error. Cuando hacemos ejercicio hay que primar siempre la calidad antes que la cantidad. Merece mucho más la pena una sola repetición que suponga un reto de resistencia real, que varias que no nos cueste demasiado hacer.
Para ponerlo más difícil y ganar en intensidad, hay que buscar un mayor peso que nos obligue a potenciar nuestra resistencia, o modificar el ejercicio para que nuestro punto de equilibrio o de aguante deba elevarse. Si estamos realizando fondos, sentadillas o planchas, podemos ayudarnos incluyendo un balón de peso en el ejercicio, o modificando la postura para que los músculos trabajen más.
En esta cuestión, es muy importante que te dejes asesorar por un entrenador personal que pueda sacar provecho a tu ejercicio y controlar que aquellas movimientos que realizas para aumentar tu esfuerzo no supongan un riesgo de lesión.
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Realizar ejercicio no es una carrera
A veces confundimos el vigor del ejercicio físico con la velocidad con la que lo realizamos. Vigila el ritmo de tu entrenamiento. Si estás realizando una tabla de ejercicios correcta, pero no notas que tus glúteos y otras zonas importantes mejoren especialmente, puede deberse a que estás realizando el ejercicio a una velocidad superior a lo que deberías.
Volviendo a la apreciación de que más vale calidad que cantidad, cuando completamos los ejercicios con velocidad estamos adelantando el cansancio y creyendo que el resultado del esfuerzo aflora antes, pero es una cuestión de respiración, pues realmente nuestros músculos trabajan menos.
Cuanto más lentamente realizemos el ejercicio, mejor podremos focalizar el trabajo en la zona que nos interesa, mejoraremos nuestra consciencia sobre los músculos que están trabajando, e imprimimos mayor esfuerzo en ellos. Prueba a duplicar el tiempo que tardas en cada repetición y notarás el resultado. Puedes incluso triplicarlo. Descubrirás que tu postura logra mejorar mucho, tu resistencia pone el listón mucho más alto, y los beneficios no tardarán en llegar a tu cuerpo.
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