Remedios caseros para mitigar los sofocos durante la menopausia

Los sofocos constituyen uno de los síntomas más molestos de la menopausia, restando calidad de vida y generando una sensación de angustia que, pese a su brevedad, llenan de incomodidad toda una época.

por Cristina Soria

Si estás atravesando la menopausia es posible que te resulte demasiado familiar la sensación de tener una llama de calor que avanza desde el pecho hacia la cabeza. Son los famosos sofocos que te hacen generar sudoración y que provocan que la zona del escote, las axilas, el cuello y el rostro suden y se calienten de manera incontrolable. Aunque estés tranquilamente sentada en una silla, parece que has realizado un esfuerzo físico profundo, y que eso te hubiera provocado palpitaciones y calor, seguidas de un efecto rebote con escalofríos y frío.

Es una cuestión que puede adelantarse y aparecer incluso años antes de la retirada de la menstruación, y lo cierto es que no todas las mujeres sufren los sofocos, ni el momento en el que llega es el mismo. Depende de cada metabolismo y de cómo se produce la bajada de producción de estrógenos que, como efecto “secundario”, provoca una alteración de la regulación de nuestra temperatura corporal.

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Lúpulo, soja y trébol rojo

Dado que los sofocos son producto de una bajada de estrógenos, existe la posibilidad de “engañar” al organismo con un aporte de un compuesto químico natural que genere una reacción similar a los estrógenos. 

Existen los fitoestrógenos, que son sustancias de origen vegetal que se encuentran en pequeñas cantidades en alimentos que aportan flavonoides y que actúan como fitoestrógenos. Dos de las especies vegetales que más compuestos químicos de este tipo aportan son la soja y el trébol rojo. Y estudios recientes han demostrado que el lúpulo se suma a estas plantas.

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Sin embargo, estos flavonoides deben ser metabolizados antes de producir fitoestrógenos. Es decir, que es la alteración que se produce en nuestra flora intestinal es la que desencadena este beneficio hormonal, y solo al pasar por nuestro aparato digestivo se sintetiza este sucedáneo de hormona.

En Asia, donde el consumo de soja y ginseng es elevado, se ha comprobado en numerosas investigaciones cómo el comportamiento dietético de los alimentos que aportan fitoestrógenos se traduce en unos síntomas de menopausia muy amortiguados y menos trastornos relacionados con ella, como los sofocos.

De 250 a 500 miligramos de extracto de trébol rojo al día, en dos tomas, es la dosis necesaria para minimizar el efecto de los sofocos a la vez que ayudas a fortalecer tus huesos y tu sistema circulatorio. Si se trata de soja, puedes tomar entre 40 y 120 miligramos de extracto de habas.

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Hábitos contra los sofocos

Aunque los sofocos no constituyen una molestia perpetua, y en cuestión de unos minutos se disipan, lo cierto es que se trata de un síntoma tan molesto que puede alterar completamente nuestra calidad de vida y hacernos sufrir el temor de vernos sorprendidas por una situación que inevitablemente genera ansiedad y malestar.

El sofoco produce que los vasos sanguíneos se dilaten, aumente la temperatura de la piel y suframos una taquicardia. No suelen superar los cinco minutos y pueden ocurrir a cualquier hora del día. Si es un sofoco nocturno y estamos en pleno sueño, lo más probable es que nos despertemos con doble malestar, el propio del sofoco y la sensación de que esta molestia se ha integrado en una fase inconsciente del sueño, hasta llegar a despertarnos.

Para evitar los síntomas del sofoco podemos tener en cuenta algunos hábitos que los potencian. Que mantengamos un nivel de hidratación óptimo es una variable fundamental para alejar este malestar: bebe dos litros de agua al día, como mínimo y, para conseguirlo, lleva siempre contigo una botella de agua para que la hidratación sea continua.

Además, reduce el alcohol y el tabaco de tu rutina. Si logras eliminarlos completamente, mejor. Ambos hacen que eleves tu temperatura corporal y son nocivos para tu salud. Además, las bebidas calientes o los alimentos picantes aportan un calor extra que no te beneficia.

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