Tumores en la piel: frecuentes, pero la mayoría benignos
La piel y los tejidos que la conforman son el lugar del organismo donde más tumores aparecen. Afortunadamente, la mayoría de ellos son de naturaleza benigna. Pero existen también otros de características malignas que representan una grave amenaza para la salud
Dr. Eduardo Junco
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Los tumores en la piel son frecuentes, pero, afortundamente, en la mayoría de los casos, son benignos. Eso no significa que no debamos acudir al médico siempre que observemos una lesión nueva, o una que ha cambiado o sangra. Y es que el diagnóstico precoz de las lesiones cutáneas malignas es el mejor seguro de vida. El doctor Eduardo Junco nos explica cómo son los tumores benignos y cuál es el pronóstico de los distintos tipos de cáncer de piel.
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Tumores benignos
Son muy frecuentes y pueden tener su origen en los diferentes tejidos y estructuras de la piel. Su evolución es crónica y no afectan a la salud. Solo provocan alteraciones funcionales o estéticas. Los tumores sebáceos o lipomas, los vasculares o angiomas, los pigmentarios o nevus, los granulomas, queratomas y queloides son todos ellos tumores benignos de la piel.
Su origen suele ser congénito, aunque se manifiesten y aparezcan a lo largo de la vida y, solo en escasas ocasiones, y con el tiempo, pueden evolucionar hacia la malignidad, por lo que suele ser necesario el diagnóstico precoz y el control de su evolución.
Cuando por su localización generan alteraciones funcionales o deterioro estético llamativo, puede ser conveniente un tratamiento quirúrgico, electrocoagulación o láser.
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Tumores malignos
Los tumores malignos de la piel abarcan una serie de enfermedades neoplásicas que tienen diagnostico, evolución y, sobre todo, pronósticos, muy diferentes. Son la forma más frecuente de cáncer en la población de piel blanca y existen tres tipos principales:
- Epitelioma basocelular.
- Epitelioma de células escamosas (epidermoide)
- Melanoma maligno.
Factores de riesgo
- Edad: mayores de 50 años.
- Herencia: antecedentes familiares.
- Rasgos físicos: piel blanca y ojos claros.
- Exposición prolongada y crónica a las radiaciones solares sin protección.
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Epitelioma basocelular
Es el tumor maligno más frecuente de la piel y representa un 75% de todos los tumores. Afecta a la capa inferior de la epidermis. Tiene un crecimiento muy lento y muy poco agresivo. Suele aparecer en la cara, hombros y espalda y tiene el aspecto de pequeño abultamiento de superficie brillante o en forma de cicatriz.
Se trata con cirugía menor convencional, criocirugía (frío) o cirugía por láser, siendo importante y trascendente extirpar una porción de tejido sano circundante.
Epitelioma de células escamosas o epidermoide
Es menos frecuente que el basocelular y supone el 20% de todos los tumores malignos. Crece también lentamente y puede detectarse por su relieve sobre la piel con superficie áspera y manchas rojizas y azuladas.
Suele aparecer en zonas de alta exposición solar como la nariz, frente, orejas, labio inferior y dorso de las manos. Si no se trata, puede acabar ulcerándose.
El tratamiento es similar al del epitelioma basocelular, con cirugía convencional, criocirugía o cirugía láser.
Melanoma maligno
Es el tumor de la piel menos frecuente pero es el más grave. Representa el 4% de todos los tumores malignos. Puede aparecer de forma espontánea o a partir de una lesión cutánea previa.
Está formado por los melanocitos, que son las células de la piel que contienen el pigmento melanina. En general, se localiza en el tronco, en la espalda y en las extremidades inferiores. Sin embargo, es importante revisar toda la piel, porque también puede haber casos de melanoma en las uñas o, incluso, en el ojo. La herencia y la exposición solar son los factores que favorecen su aparición. Puede detectarse como una lesión cuyos bordes son irregulares, cambia de tamaño o sangra.
El pronóstico está determinado por el momento del diagnóstico y el tratamiento precoz con cirugía. También influyen el tamaño, la profundidad del tumor y la extensión a estructuras vecinas.
Este tipo de tumor puede hacer metástasis a otros órganos del cuerpo. Por ello, en muchos casos es necesario realizar una biopsia ganglionar y tratamiento con quimioterapia.
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Autoexamen de la piel
Vigilar las lesiones cutáneas de forma periódica es una práctica recomendable para prevenir estas patologías. Descubrir nuevas manchas, lunares o protuberancias, observar cambios en las ya existentes, bordes irregulares y el sangrado pueden ser signos de alarma para acudir al especialista. De hecho, existe la regla ABCD para la detección precoz de las lesiones cutáneas:
- Asimetría. Lesión asimétrica
- Bordes. Bordes irregulares y quebrados.
- Color. Variable e irregular, rojo, azul y negro.
- Diámetro. Más de 7 mm de anchura.