Cuando ves a tu cachorro crecer y convertirse en un perro adulto te das cuenta de lo rápido que pasa el tiempo para los perros. El proceso de envejecimiento de estos pequeños amigos es veloz e inexorable y ataca por igual a sus cuerpos y mentes, de la misma forma que lo hace con los humanos.
Al llegar a la vejez los perros suelen haber pedido visión, oído, y desarrollan problemas del aparato digestivo. Pero, además, también desarrollan un cambio en su carácter provocado por un síndrome similar al de Alzheimer, pues tiene las mismas características que en los humanos.
Un síndrome equivalente al de Alzheimer
El deterioro cognitivo de los perros sigue un proceso similar al del resto de su cuerpo, y de mayores pueden sentirse desorientados, orinar o defecar en cualquier momento y reducir su nivel de interacción con la familia. Estos síntomas que podrían deberse simplemente a la vejez pueden estar avisando de que nuestra mascota sufre el llamado Síndrome de Disfunción Cognitiva, aunque se le conoce como el alzhéimer de los perros.
La diferencia entre el proceso de envejecimiento normal del perro y este síndrome es que, llegado cierto momento, se desarrolla de forma acelerada sin la coherencia gradual del resto de síntomas físicos de envejecimiento.
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Estas son las principales señales de alzhéimer
Al principio es difícil de identificar, pues cualquier problema del perro a este nivel se asocia con su avanzada edad. Primero se aprecia como el perro reduce su interacción con su entorno, deja de participar, de jugar y de reaccionar a la actividad de la casa. Y, además, empieza a mostrar mayor ansiedad, rompiendo con su comportamiento habitual y las reglas que había aprendido ya desde cachorro, y no tiene paciencia con otros perros o humanos.
Deja de mostrar excitación e interés cuando va a salir a dar un paseo, porque realmente está perdiendo la noción espacial: sufre pérdidas de memoria, se desorienta y por eso deja de reaccionar ante lo que le ocurre. Además, se alteran sus ciclos de sueño, permanece despierto cuando antes dormía, y viceversa.
En ocasiones el perro que sufre el Síndrome de Disfunción Cognitiva puede llegar a perderse en su propia casa, y quedar desorientado, deambulando sin un objetivo claro. También puede quedarse bloqueado y ante la incapacidad de recordar donde está y hacia dónde quiere ir, quedarse inmóvil con la mirada fija.
La clave para identificar que un perro está pasando por este proceso que le conducirá a este tipo de alzhéimer canino es apreciar cómo olvida cuestiones mecánicas básicas que aprendió de cachorro, es decir, cuando deja de reconocer a sus dueños y empieza a orinarse en la casa.
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Una vez diagnosticado el síndrome
De la misma forma que el síndrome de Alzheimer no solo afecta a la población senior, no solo los perros ancianos son los que padecen este síndrome. A partir de los 7 años cualquier perro podría desarrollarla. No hay datos muy concretos sobre este tema, pues no se trata de una patología que entre a formar parte de las estadísticas veterinarias, pero según publica la Fundación Affinity, hasta un 35% de los perros ancianos podrían estar padeciéndola.
La forma de realizar un diagnóstico concreto es descartar todas las otras posibles razones orgánicas que pudieran ser las responsables de este comportamiento en el perro, tales como enfermedades degenerativas, cáncer o la mera merma de los sentidos.
Este síndrome no tiene cura, pero una vez diagnosticado podemos favorecer que nuestro perro goce de mayor calidad de vida con algunas pautas, como mantener una rutina fija que le ayude a entender qué está pasando. Procura eliminar todos los cambios de entorno que puedan favorecer que se desoriente aún más y volver a premiar sus logros, como cuando era un cachorro.
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