Saciar el hambre no es lo mismo que estar bien nutrida
Comemos sabiendo que tenemos hambre y decidimos qué alimentos forman parte de nuestra dieta, pero no todo lo que ingerimos nos beneficia.
Nuestro organismo es sabio y está preparado para alertarnos sobre sus necesidades. Que tengamos apetito es una respuesta biológica para demandar comida, y solemos saber atender su mandato buscando alimentos con los que saciarnos. Sin embargo, existe una expresión que se está poniendo de moda últimamente, y es “no es lo mismo alimentarse, que nutrirse”, que quiere decir que no todo lo que comemos realmente nos está alimentando, por lo que es necesario que seamos muy conscientes de lo que ingerimos para mantener nuestra salud y energía.
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Porque cuando sentimos hambre, buscamos aquello que está a nuestra disposición en ese momento. Por norma general, nuestro ritmo de vida es el que marca qué comemos y en muchas ocasiones no tenemos la posibilidad de hacer cambiar ese guion. Cuando podemos comemos en casa, en tupper en el trabajo o en un restaurante, y al final aquellas decisiones que definen nuestra alimentación se pueden ver muy alteradas por el entorno y por el azar.
Y, sin embargo, nuestro organismo sigue siendo sabio y está programado para demandarnos aquellos alimentos que necesita. Aun cuando no seas una amante de la fruta, seguro que alguna vez has sentido una necesidad irrefrenable de comer una manzana, fresas o un zumo. En ocasiones, la llamada de nuestro organismo se escucha con claridad.
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Comida procesada que despista a tu organismo
Sin embargo, los alimentos procesados y las preparaciones muy elaboradas pueden producir serios desequilibrios en la “brújula” de nuestro organismo, y hacer que desarrollemos un apetito hacia una gran variedad de alimentos y productos que no nos convienen, o de los que simplemente estamos saturados. Y a veces, en suma, alimentarse se transforma en “ingerir” simplemente aquello que tenemos a mano y que nos produce una sensación de saciedad.
Por eso la nutrición es tan importante y es complementaria a la mera alimentación. Porque cuando estamos bien alimentados conseguimos equilibrar los nutrientes que ingerimos para conseguir y mantener un estado de salud óptimo, donde se compense la energía que necesitamos y se fortalezca nuestra resistencia ante problemas de salud derivados de carencias de nutrientes.
La nutrición es un proceso inteligente
Nos alimentamos voluntariamente, pero nuestro organismo no se nutre con todo aquello que ingerimos, y por eso necesitamos que la búsqueda de esa alimentación sea activa y trabaje por convertirse en saludable, ayudando a nuestro organismo a orientarse entre los sabores camuflados, el ajetreo de nuestra rutina, el poco tiempo para preparar comida y sentarnos a comer, etc…
Porque, además, cuando estamos bien nutridos no solo obtenemos la energía necesaria para nuestros procesos vitales. También estamos regulando nuestros procesos metabólicos, lo que resulta de una importancia vital. Y además, favorecemos la reparación de nuestros tejidos.
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Comer también es cultural
La alimentación también es parte de la cultura y en cada zona del mundo se le da una importancia distinta al ritual de sentarse a la mesa, y los productos y las preparaciones son distintos. Esto hacer que la variedad de puntos de vista sobre la nutrición sean tan diversos como culturas existen. Y a raíz de eso, cada zona geográfica interpreta cuales son las medidas habituales en las que construyen su nutrición, pese a que el objetivo es el mismo: llevar una alimentación saludable.
En España se considera que es una dieta equilibrada aquella que extrae su energía en este orden: 12-15% de proteínas, 50-60% de hidratos de carbono y 20-30% de lípidos. Los hidratos, como ve, son la principal fuente de energía, y los aportan las frutas y verduras, cereales y legumbres. Las proteínas son de origen animal, carnes, pescados, huevos y lácteos, aunque también están presentes en legumbres y cereales. Y por último los lípidos, que son grasas necesarias para la formación de membranas y hormonas.
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