El placebo tiene mala prensa, pero es un efecto psicológico probado. Si un paciente cree estar recibiendo un tratamiento y pone en él sus esperanzas, es posible que la percepción de los síntomas de su enfermedad se atenúen y sienta que está mejorando y curándose. El placebo no consigue hacer retroceder una enfermedad, pero en ocasiones sí puede paliar sus síntomas mediante este mecanismo psicológico de sugestión.
Además, se ha demostrado que aquellos placebos que demuestran más efecto son los que más caros resultan, porque el paciente cree que pagando más, será mejor. También, si el remedio viene refrendado por buenas opiniones o por el aval de una marca, probablemente sea más efectiva su sugestión. Aunque a la larga, como es natural, el placebo pierde fuerza si la enfermedad no se trata y puede ir a peor.
El “hermano” malo del placebo, es el nocebo. A esta conclusión han llegado un grupo de investigación integrado por las universidades de Hamburgo, Cambridge y Colorado, que han encontrado en un efecto psicológico contrario al placebo la razón por la que algunos medicamentos ven incrementados sus efectos secundarios, cuando a nivel biológico y fisiológico no parecen mantener una relación real causa-efecto.
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Los efectos secundarios psicosomáticos también son peligrosos
Esta investigación, que se ha publicado en la prestigiosa revista Science, no menosprecia el poder de sugestión de los pacientes y la posibilidad de que se vean reconfortados por un tratamiento, no solo por los efectos que realmente tienen en su salud, sino por la predisposición emocional que puedan experimentar. Todo aquello que minimice el dolor y los síntomas de una enfermedad es bienvenido.
Por eso, esta investigación se centra buscar si existen casos de pacientes que ante los posibles efectos secundarios de un tratamiento, los desarrollan en un plano psicosomático y no real. Es decir, que se obsesionan con los efectos adversos de un tratamiento o de un medicamento y creen estar desarrollándolos pese a no darse esa circunstancia.
Este es un problema delicado, pues si el paciente cree que un tratamiento le está causando un perjuicio, la posibilidad de que lo abandone es muy alto. Y sin embargo, si esta circunstancia es solo psicológica, estaría aflorando un impedimento injustificado para que una persona se trata convenientemente con un medicamento que no le produce mal, sino todo lo contrario.
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En qué consistió el experimento
Los investigadores se plantearon poner en práctica el efecto nocebo con personas con dermatitis atópica, para ello crearon dos cremas falsas que supuestamente hidrataban y minimizan el picor de este tipo de piel. Sin embargo, ninguna de las dos tenía ningún principio activo. A una de ellas le diseñaron un envoltorio con aspecto robusto,moderno y costoso, de color azul, que se asocia con tratamientos sofisticados; y la otra crema le asignaron una apariencia leve, barata y de color naranja, que se asocia con lociones genericas.
Seleccionaron a 49 alumnos para aplicarles las cremas. A los que les tocó la versión cara les explicaron cuál era su precio y lo sofisticado de su fabricación. Y a los que les aplicaron la crema barata también les indicaron cuál era su valor y la sencillez de su elaboración. Sin embargo, en ambos casos se les explicó a los voluntarios que su crema había demostrado tener un efecto secundario, hipersensibilidad y dolor.
Se aplicó la crema a todos los voluntarios y se potenció un resultado rápido con un dispositivo de calor. El resultado no se hizo esperar, todos los voluntarios acusaron dolor, sin embargo, los que habían sido “tratados” con la crema cara, afirmaban que el nivel de dolor era muy superior a aquellos que habían sido tratados con la crema barata, a pesar de que la crema era inocua.
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