No hay ninguna duda de que, como dueños de mascotas, queremos lo mejor para nuestros perros. Pero es posible que a causa de un ritmo de vida acelerado o de cierto desconocimiento en algunas cuestiones relevantes a su cuidado, en ocasiones tomemos decisiones que no son buenas para su salud.
Lo que a unas razas les beneficia, a otros puede perjudicarles. Qué tipo de comida, qué cantidades, que temperaturas pueden soportar o qué grado de ejercicio físico necesitan. Todos estos factores, además, en ocasiones deben equilibrarse con nuestro ritmo de vida: nuestros tiempos, nuestras salidas, el espacio y configuración de nuestra casa, etc…
Dejar que coma demasiado
La obesidad canina es un problema cada vez más frecuente entre los perros, y en general viene producido por un exceso de comida. También es muy habitual darles alimentos que no son buenos para ellos, ya sea porque nos han sobrado o porque nos miran suplicantes mientras los comemos.
Muchos de estos alimentos resultan dañinos para su organismo, además de propiciar el sobrepeso, que es precursor de enfermedades como la diabetes o el cáncer. De manera que es importante que nos aseguremos de que nuestra mascota toma la cantidad de pienso adecuada y de que no recibe de nuestra parte sobras u otros alimentos inadecuados.
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No proporcionarle el suficiente ejercicio físico
Un perro activo es un perro física y mentalmente sano, aunque es cierto que no todos los perros requieren la misma cantidad de ejercicio. Un border collie necesita ejercitarse a diario y un bichón maltés no. El origen de cada raza de perro determina su carácter, musculatura y necesidades físicas.
En el caso de los perros cazadores, su organismo necesita el ejercicio para perder grasas, dinamizar la musculatura y optimizar el sistema circulatorio. Un ejercicio por debajo de sus necesidades puede producir ansiedad en el perro, porque implicaría privarle de un instinto básico, que es el poder correr y jugar, y como consecuencia puede verse afectado por enfermedades coronarias, acortando su vida.
Los perros más grandes suelen requerir más ejercicio físico. Sin embargo, a los más pequeños les pasa lo contrario. Si abusamos del ejercicio físico en perros que no lo demandan, ponemos en peligro su organismo, llevando a su cuerpo al colapso. Los perros siempre van a dar un 200% de sus posibilidades físicas si su dueño se lo exige, porque la prioridad para ellos no es su propio bienestar, sino permanecer a tu lado. Si tu pretendes dar largos paseos y arrastras a tu perro (una raza pequeña y doméstica) probablemente te siga y no ponga reparo, pero es probable que su organismo se resienta y que a la larga sea una razón de desgaste irreversible.
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Dejar su higiene al albur de la naturaleza
Los perros a veces tienen la capacidad casi milagrosa de “limpiarse solos”. Algunos pelajes son más proclives a desembarazarse del barro o de la suciedad, y ellos mismos tienen un conocimiento innato sobre cómo rascarse, revolverse y frotarse para quitarse de encima la suciedad. Pero no es suficiente.
La higiene de tu perro es vital, y bañarle con cierta asiduidad es muy necesario. Porque los perros caminan al ras de suelo, lo olfatean todo, se rebozan sobre cualquier suelo, y son un imán para la suciedad: bacterias, partículas, microbios, polvo, barro…
Un perro con una higiene deficitaria no desarrolla más inmunidad de la que ya tiene, y contra esa creencia existe el punto contrario: un perro que arrastra en su pelaje una legión de patógenos está en pleno asedio y su vida puede verse limitada por nuestra decisión de no hacer nada. Las infecciones de oídos, ojos, trufa o cutáneas pueden ser un grave problema para su calidad de vida. Pero si el perro está sucio, atraerá con mayor probabilidad a los insectos que transportan parásitos, y en ese caso las consecuencias pueden ser fatales.
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