¿Te suena esta escena? Un grupo de familiares y amigos se reúnen alrededor de la mesa navideña repleta de deliciosos platos. Hablan, beben, ríen y comen a la vez. De pronto, alguien se lleva la mano al cuello, no puede emitir ningún sonido, no puede respirar, otro comensal grita que se está ahogando y otro salta de su silla en su auxilio para practicar una maniobra que logra hacer expulsar la causa de atragantamiento. Gracias a su rapidez, la persona vuelve a respirar. Todo acaba en un susto. Pero... ¿y si nadie hubiera sabido cómo reaccionar?
Cada año, 1.300 personas fallecen por atragantamiento en España, según la Sociedad Española de Medicina de Urgencias y Emergencias. Este accidente, junto a los cortes, golpes, quemaduras y electrocuciones, es uno de lo más típicos en Navidad. De hecho, las comidas copiosas, el consumo de alcohol y determinados alimentos aumentan el riesgo de atragantamiento. Los niños constituyen un grupo de población muy susceptible de sufrirlo. Por eso hay que estar atentos y, sobre todo, establecer medidas de prevención para que esto no ocurra.
Los otorrinolaringólogos alertan del peligro que supone que los menores de cinco años coman uvas enteras en Nochevieja. “Esta fruta, por sus cualidades en cuanto a su forma y textura, puede provocar una obstrucción en las vías respiratorias y, si no se actúa de forma rápida, puede llegar a provocar la muerte”, asegura el doctor Raimundo Gutiérrez Fonseca, de la Sociedad Española de Otorrinolaringología y Cirugía de Cabeza y Cuello (SEORL-CCC). Por ello, recomiendan no darles las tradicionales doce uvas para dar la bienvenida al nuevo año o, en su defecto, modificar su forma, cortándolas en varios trozos, quitándole la piel y las pepitas para, así, evitar un episodio de aspiración.
No obstante, no solo las uvas son las responsables de los atragantamientos. “Entre los alimentos, destacan los frutos secos y, entre los objetos inanimados, los juguetes o piezas pequeñas de estos, así como los globos, todos ellos muy presentes en estas fechas”, indica el doctor Gutiérrez Fonseca. Es más, los expertos prohíben dar a los niños menores de tres años cualquier tipo de fruto seco sin moler y recomiendan no hacerlo hasta los cinco o seis años, por el alto riesgo que existe de atragantamiento y asfixia. En cualquier caso, lo más importante es prevenir que ocurran estos episodios de aspiración. Para ello, “es importante evitar que accedan a cuerpos extraños o alimentos no adecuados para su edad”, señala.
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¿Qué hacer en caso de atragantamiento?
Entre los síntomas más característicos, está la dificultad para respirar o la tos. De hecho, esta última puede ser efectiva, ya que se trata de un mecanismo de defensa para expulsar un objeto extraño. Si la tos no consigue expulsar la comida o el objeto que impide la respiración, lo primero y más importante, llamar al 112. Esto es esencial porque pedir ayuda salva vidas. "Mientras vienen las asistencias debemos iniciar una serie de maniobras con el objetivo de resolver nosotros mismos la situación, pero nunca lo haremos sin antes haber realizado el paso anterior, es decir, llamar a emergencias", advierte el doctor Luis Arranz, médico de Urgencias de Vithas San José (Vitoria-Gasteiz).
Para ello hay que golpear tres veces fuertemente en la espalda. Si con esto no se resuelve, realizaremos la maniobra de Heimlich, que consiste en abrazar al paciente cogiéndole por debajo de las axilas y empujar con el puño hacia arriba en la parte alta del estómago con el objetivo de realizar presión y desobstruir la causa. Por último, si tras dos o tres intentos esto no es efectivo o si pierde el conocimiento iniciaremos maniobra de reanimación cardiopulmonar (RCP) a un ritmo de 30 compresiones y dos insuflaciones.
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¿Y si se atraganta un niño?
Si se sospecha que el menor puede estar atragantándose con algo, haremos que tosa o practicaremos la maniobra de Heimlich si está consciente. Por supuesto, antes habremos llamado a emergencias para que acudan a la mayor brevedad y que sea atendido en un centro sanitario.
Una vez en urgencias, el médico le realizará algunas pruebas, como una fibrolaringoscopia, para valorar la vía aérea superior; una auscultación pulmonar, que pueda evidenciar datos acústicos como sibilancias u otras alteraciones; o una radiología de tórax que, en ocasiones, permite visualizar la localización del cuerpo extraño o sus consecuencias pulmonares. “En el caso de la broncoscopia, se trata de una prueba que requiere anestesia general y no está exenta de riesgos, por lo que la decisión de realizarla o no se basa en los elementos de sospecha sobre la existencia de un cuerpo extraño”, comenta el doctor Gutiérrez Fonseca.
Otros accidentes domésticos
Además de los atragantamientos, las quemaduras también suelen ser frecuentes en estas fechas. Y según el grado "requieren valoración sanitaria en centro de salud o en hospital", señala el doctor Arranz. Si se trata de una quemadura muy leve podemos echar agua fría y acudir a la farmacia. Si es algo más grave, hay que llamar a urgencias y evitar hacer lo siguiente:
- Retirar la ropa que esté pegada a la piel.
- Abrir las ampollas (sirven de protección a la quemadura, si se abren se abrirán en un medio hospitalario)
- Administrar cualquier medicamento, o incluso agua, vía oral si la quemadura es grave (si la vida del paciente se ve comprometida).
- Aplicar remedios caseros (aceites, mantequilla, hielo…) ya que podrán aumentar el riesgo de infección.
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Sin duda, otro de los accidentes domésticos más típicos (y peligrosos) es la electrocución. Del mismo modo que hay que pedir ayuda cuando se produce un atragantamiento o una quemadura, corte o golpe grave que no podamos resolver en casa, si vemos que alguien se electrocuta hay que reaccionar rápido y pedir ayuda. Posteriormente, "hay que asegurar la escena y buscar la fuente de corriente para desconectarla lo antes posible. Si no la encontramos, desconectaremos el terminal automático", indica el especialista en urgencias.
Si no conseguimos cortar la corriente y el individuo sigue 'enganchado' a ella, se procederá a separarle con algún medio aislante o mediante algo que consigamos sin tocar al electrocutado (cuerdas, palo…) e intentaremos llevarle a un sitio seco, ya que el agua es un buen conductor de la electricidad.
A continuación, si el enfermo está consciente, se trasladará a un centro hospitalario. Si no lo está, practicaremos una RCP a un ritmo de 30 compresiones y dos ventilaciones hasta que lleguen las asistencias.
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