Lavarse a menudo las manos, especialmente antes de comer o después de ir al baño, es una medida clave para mantener una buena salud. Tener las manos limpias es una de las mejores maneras de no contraer gérmenes y de no propagárselos a los demás. Bacterias, parásitos, hongos, etc, se eliminan gracias al agua con jabón no llegan a nuestra boca, ojos o heridas.
Pero tanto se ha insistido en los últimos años en la importancia de lavarse las manos, que al parecer es posible que las estemos desinfectando en exceso, algo que ya no es beneficioso para nuestra salud. De hecho, un exceso de limpieza podría llegar a enfermarnos.
En el caso de la higiene de las manos, lavarlas en exceso o no lavarlas lo suficiente puede ser contraproducente. Si no las lavamos cuando debemos hacerlo, ya sabemos que estamos facilitando la libre circulación de gérmenes, con los riesgos que eso implica; pero si las lavamos demasiado, pueden ocurrirnos varias cosas.
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La piel sufre daños
La dermis es una grasa que se exuda desde la epidermis y que cubre nuestra piel con una función aislante y protectora. Cuando nos lavamos las manos la grasa aceitosa desaparece, y con ella todas las bacterias y gérmenes que albergaba. Pero al cabo de un corto espacio de tiempo, esa grasa vuelve a aparecer. El problema de lavarnos demasiado las manos es que no damos tiempo a la epidermis a segregar nuevos aceites, lo que la hace quedar al descubierto. De esta manera la piel de deshidrata, pudiendo abrirse y dar entrada libre a todos los gérmenes que pasen por allí.
Además, esta situación provoca un afeamiento de la piel, porque al deshidratarse se muestra reseca, es propensas a las heridas y pierde su elasticidad (favoreciendo la aparición de arrugas).
Eres más propensa a algunas alergias
En concreto a las alergias de contacto y a las irritativas, que son dos tipos de dermatitis. La razón es que dejar nuestra piel desprotegida de sus propias defensas altera y elimina la flora cutánea, que es responsable de la forma en que nuestra piel se enfrenta a las posibles agresiones emitiendo una respuesta autoinmune adecuada.
La flora cutánea necesita regenerarse entre lavado y lavado de manos, por lo que si no dejamos el espacio suficiente entre uno y otro, solo haremos que aumentar el riesgo de infecciones.
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Se perjudica nuestro aparato digestivo
Para conseguir una flora intestinal fuerte y resistente, capaz de renovarse constantemente, es necesario que a través de la boca nuestros intestinos reciban los suficientes parásitos, hongos y bacterias. Si no, nuestra flora se empobrece, y la necesitamos para que produzca vitaminas, nos proteja contra el colesterol, y nos parte de la obesidad y de determinados tipos de alergia.
Puedes llegar a obsesionarte
Cuando somos capaces de visualizar los gérmenes que se depositan en nuestras manos y necesitamos lavarlas constantemente, e incluso renunciamos a realizar determinadas actividades que puedan llegar a ensuciarlas, podemos estar cayendo en un tipo de obsesión. Y si esta termina por interferir de alguna manera en tu vida diaria, nos encontraríamos ante un síntoma de TOC, y sería recomendable buscar la ayuda de un especialista para tratarlo.
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