La naturaleza es sabia y poderosa. Pero también se está viendo amenazada, precisamente, por la actuación de los humanos, quienes en un ejercicio de poco respeto por el entorno no miden correctamente las consecuencias de sus actos. De esta manera, la mala gestión de residuos, los mares llenos de plásticos o el alto nivel de contaminación son hoy graves problemas que derivan de la actuación de las personas y ponen en riesgo el medio ambiente.
Sus elementos se adaptan y se necesitan en muchos casos, como es el de las abejas y las flores, ya que las segundas sin las primeras no podrían reproducirse ni dar frutos. La polinización es un proceso importantísimo para la flora, por el cual el insecto, que vuela de flor en flor, va dejando los gránulos (la parte masculina) de una en otra, favoreciendo el ciclo natural. Estos se quedan pegados en su pelaje cuando se posan en busca de polen. Sin embargo, este maravilloso proceso se está viendo amenazado porque cada vez hay menos polinizadores. Las comunidades de abejas silvestres son menores y, nuevamente favorecidas por el hombre, hay amenazas extra como el uso de pesticidas.
Sin abejas las flores se quedan sin el recurso que posibilita perpetuar sus semillas y las cosechas irán en descenso. Un lamentable dato que, además, es doblemente triste pues todo apunta a que esta polinización no solo permite que todo siga su curso, sino que también influye directamente en las propiedades de las frutas. Así lo ha demostrado recientemente unos estudios científicos llevados a cabo en la Universidad de Vermont (Estados Unidos), que han podido concluir que las abejas son determinantes para obtener un buen rendimiento de los cultivos de arándanos. Centradas en este fruto, las investigaciones han probado que los arbustos dan bayas más abundantes y de mayor tamaño si cuentan con una colmena cerca. Los datos hablan de un 12% de aumento en el tamaño, un 12% en la cantidad y un 11% en la consistencia. Además, las cosechas registraron un crecimiento más rápido, concretamente, dos días y medio antes. Sin la intervención de los insectos, los alimentos tenderán a perder nutrientes, como lleva alertando la FAO desde hace años.
No se trata del primer estudio que aborda la relación entre las abejas y los arándanos, pero sí el primero que demuestra que influyen en la calidad de los frutos, destacando el trabajo de los insectos silvestres. "Dos tercios de los cultivos más importantes del mundo se benefician de la polinización de las abejas, incluido el café, el cacao, muchas frutas y verduras. Sin ellas (las abejas), los agricultores necesitan encontrar la polinización en otro lugar, pagando altas tarifas de alquiler para traer abejas, por ejemplo", destaca a propósito del tema Charles Nicholson, autor principal del estudio, que ha sido publicado en el volumen Agricultura, ecosistemas y medio ambiente. Tener limitación de polinizadores es equiparable a que haya falta de agua o nutrientes, insiste. Rociar menos pesticidas, mantener un buen estado en el césped, plantar flores silvestres nativas o instalar cajas para abejas son algunos gestos que favorecerían su permanencia.