Del mismo modo que las personas tenemos la capacidad de recuperarnos ante situaciones adversas, el planeta también es capaz de hacerlo. Y dado que el principal motivo de deterioro se debe a la actuación del hombre, es responsabilidad nuestra poner todas las medidas necesarias para frenar el cambio climático. No solo porque seamos la principal causa del daño, sino porque el proceso de recuperación medioambiental es infinitamente más lento. Ante esta situación, ha nacido el concepto de comunidades, núcleos u otros lugares, 'resilientes', es decir, preparados para afrontar catástrofes medioambientales o crisis inesperadas que puedan poner en peligro el bienestar y el equilibrio del entorno y de los seres vivos que lo habitan y que podrían resolverse modificando los hábitos de consumo y producción. Sin embargo, para lograrlo, la colaboración del hombre y de las distintas organizaciones planetarias es primordial.
Protocolos que fallan
Recientemente se celebraba en Polonia la anual conferencia de las Naciones Unidas sobre el cambio climático (COP24). Allí, intervino la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura), que incluye entre sus labores ayudar a los países a mejorar sus sectores agrícolas de manera sostenible a través de la agricultura y a contribuir a la adaptación y la creación de países resilientes. Entre las propuestas que pusieron sobre la mesa se encontraban las de adoptar formas sostenibles y climáticamente inteligentes para la producción, transporte, procesado y consumo de alimentos, para tratar de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y retrasar el cambio climático.
Porque los objetivos que se plantearon en el Acuerdo de París en el año 2015 no se han alcanzado. A punto de cerrar el año, las medidas para reducir los niveles de dióxido de carbono en la atmósfera y la subida de las temperaturas a nivel planetario están fallando. Así lo ha reconocido el propio director de ONU Medio Ambiente en América Latina y el Caribe, Leo Heileman: "Los niveles que se tienen ahora no son suficientes para alcanzar lo que dice el Acuerdo".
Comunidades resilientes en el Caribe
Tan solo unos días antes, el Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura, en colaboración con diferentes representantes de organismos de cooperación internacional, se reunía en Trinidad y Tobago para analizar los riesgos asociados con el cambio climático y los mecanismos para mitigar su incidencia e impacto en los países caribeños. Durante la conferencia, el centro manifestó la necesidad de priorizar la resiliencia al cambio climático en los países de la región caribeña.
En las reuniones se trataron numerosas cuestiones y se determinó que para conseguir los objetivos planteados se debían aumentar las fortalezas para mitigar los riesgos en cada uno de los países miembros. "El apoyo del IICA se centra en la preparación, recuperación y transición hacia la resiliencia", afirmó el especialista internacional en suelo y agua del IICA Chaney St. Martin; "la resiliencia a los innumerables impactos del cambio climático debe ser la prioridad número uno para cada hogar, comunidad, sector, país y agencia regional en el Caribe", decía por su parte James Fletcher miembro del Comité Consultivo Hemisférico del Instituto.
"Desarrollar la capacidad de recuperación en el sector agrícola requiere de una importante inversión de capital a nivel gubernamental y privado. Si bien buscamos abordar los temas fundamentales para desarrollar la resiliencia, el mayor desafío al que se enfrentan nuestros países es cumplir los requisitos de inversión de capital asociados con la resiliencia agrícola", aporta Clarence Rambharat, ministro de Agricultura y Tierras de Trinidad y Tobago.